La Travesía de hoy la escribe Mariana Costa, co-founder en Laboratoria+
Todas las semanas hago una pequeña ilustración para acompañar los artículos de este newsletter que llega a miles de personas cada viernes por la mañana. Lo hago porque me gusta. Disfruto mucho del proceso de crear - sea dibujar, escribir, o diseñar una nueva estrategia. Es un tiempo en el que me concentro en cada detalle, cada color, cada trazo de mi ilustración. El mundo caótico a mi alrededor se detiene y abre paso a un pequeño vacío de paz.
Hace poco decidí hacer un experimento con ChatGPT, de esos que todos andamos haciendo últimamente para descubrir hasta dónde llegan estas herramientas. Subí varias de mis ilustraciones, y le pedí que me hiciera una de una mujer reconociendo sus fortalezas, que era la temática del artículo de esa semana. Si bien el dibujo que me entregó de vuelta no era idéntico a los míos, el resultado me sorprendió. Era una buena ilustración, y fue evidente que pudiese estar usando ilustraciones hechas por ChatGPT en lugar de dedicar una hora cada semana a hacerlas yo misma.
Sin bien la posibilidad de “recuperar” esa hora de tiempo es interesante, este descubrimiento me hizo reflexionar sobre algo que últimamente da vueltas en mi cabeza: ¿qué pasará con el valor intrínseco que hay en el proceso de hacer, cuando estas herramientas vayan reemplazándonos en más tareas complejas y creativas? No me refiero a la ayuda en automatizar trabajo manual, que como bien demuestra Kaudal, es de enorme valor. Me refiero a tareas que nos dan más que un simple output. Tareas que son críticas para el desarrollo de habilidades. Aquellas que en el sólo proceso de realizarlas, nos fuerzan a pensar. El estructurar de manera convincente un documento, por ejemplo. El poder llegar a conclusiones lógicas a partir de cierta evidencia. El combinar distintos elementos de manera creativa para hacer un nuevo diseño. El escribir una reflexión que nos conecta con la vivencia de alguien más, como las que compartimos en este blog.
No dudo que la Inteligencia Artificial nos dará muchísimo - podemos ahora crear y construir más cosas de valor con su ayuda - pero no deja de preocuparme que en esta era dominada por el deseo de eficiencia y automatización, nos quite otras cosas que son esenciales para nuestra felicidad. Leer resúmenes de libros, por ejemplo, tal vez nos permita consumir más insights más rápido, pero el proceso de leer de principio a fin todo un libro es en sí una experiencia formativa. Hacer las ilustraciones de este newsletter, concentrándome para definir un concepto y trabajarlo en una hoja en blanco, hace que ejerza mi creatividad.
Como compartió Gudi hace poco en una entrada aquí, hay un Lado B de la vida donde no pensamos en metas y objetivos, y más bien empezamos a hacer cosas por placer, aprendizaje y disfrute. Abrimos espacio a explorar el mundo y a nosotras mismas, conectamos con nuestra creatividad y es así que cultivamos nuestra esencia. En tiempos de ChatGPT, me parece más importante que nunca recordar que todas las personas necesitamos de esto para tener una vida plena.
Por otro lado, así como creo que hay valor en el proceso de hacer y crear, también estoy convencida de que el esfuerzo que nos cuestan las cosas es crítico para nuestro bienestar. A más nos cuesta algo, más nos suele llenar de propósito y satisfacción su resultado. Ahora que me estoy preparando para correr media maratón, por ejemplo, mi satisfacción tras cada fondo viene en gran medida de reconocer todo el esfuerzo que he puesto en mi preparación física para hacerlo posible. En la universidad y el trabajo, los proyectos que más me han llenado han sido aquellos que más me han costado. Si las invito a pensar en las etapas más formativas y plenas de su vida, creería que van a ser también algunas de las que más dedicación les han requerido. Hay un claro sentido de propósito en el esfuerzo.
¿Qué pasará cuando la IA haga que muchas cosas dejen de costarnos tanto? ¿Seremos capaces de dedicar ese tiempo liberado a otras iniciativas desafiantes que nos sigan dando propósito? ¿O será tiempo destinado a scrollear un rato más en las redes o ver otra serie?
Quiero pensar que como con otras tecnologías a lo largo de la historia, con el tiempo aprenderemos a hacer el mejor uso de ella para seguir mejorando como especie. Pero para que así sea, es vital navegar esta nueva era de la IA con conciencia y un fuerte sentido de agencia. ¿Cómo hacemos el mejor uso de las oportunidades que nos abre? ¿Cómo enfrentamos aquellas que redefine? Que este sea el inicio de una conversación clave para nuestro futuro.
Un abrazo,
Mariana
El jueves 29 de mayo voy a facilitar un taller abierto y gratuito en Laboratoria+ sobre un tema que me apasiona, porque ha sido fundamental en mi vida y mi carrera: cómo aprender a ejercer nuestro sentido de agencia. Se pueden registrar aquí. ¡Las esperamos!
Mari gran artículo! Has puesto en palabras un miedo constante que tengo. Qué bien sentir que no estoy sola.