La carga de nuestras responsabilidades domésticas
Y una reflexión sobre la dificultad de criar hijos y avanzar en nuestras carreras
La semana pasada escribí un post sobre cómo prevenir que el estrés laboral contamine nuestra vida personal. Irónicamente, en los últimos días siento que necesito también una dosis de lo contrario. Cuando las responsabilidades domésticas me abruman, me pregunto más bien cómo lograr que mi vida familiar me permita seguir dando lo mejor de mi en el trabajo.
Lo venía sintiendo sin poder ponerlo en palabras pero mi reflexión tomó forma cuando el Chamo (mi cofundador en Laboratoria y de las personas más cercanas que tengo) me dijo lo siguiente:
Mari, ¿estás poniendo atención en las reuniones? Porque siento que te estás olvidando mucho de las cosas que acordamos. ¿Estás bien?
La pregunta me trajo abruptamente de vuelta a mi realidad: una en la que mi cerebro intenta estar en más cosas de las que es humanamente posible, y donde a veces el martes ya no me acuerdo qué hice el fin de semana.
Tras dejar mi celular para una reunión de una hora se asoman 258 mensajes de whatsapp acumulados: mi hija menor pronto tendrá su semana especial en el nido y hay que imprimir las fotos. Mi hijo mediano tiene que llevar un gancho de ropa para una actividad en el colegio. La mayor hoy no sale a la hora de siempre porque hubo un cambio en su horario de gimnasia. Me esperan hace demasiados días unos cuadros que dejé a enmarcar en la vidriera, y sigo sin pagar el paseo familiar del colegio que es la próxima semana.
Entre coordinaciones infantiles va creciendo rápidamente el to-do laboral: se acumulan las presentaciones que tengo que hacer, el trabajo que producir, los correos por contestar, y las reuniones que liderar. Tengo también 134 libros en mi lista de libros por leer en GoodReads. La mitad de ellos son libros de negocios - CEO Excellence, The Making of a Manager, Deep Work, por nombrar algunos. ¿Tal vez llegaré a ellos cuando mis hijos sean adolescentes y no me necesiten a cada instante del fin de semana?
A no ser que logre migrar a nuevas dimensiones donde el día tiene más de 24 horas, veo difícil encontrar el tiempo de hacer todo lo que quisiera para seguir fortaleciendo mi camino como emprendedora y líder.
¿Cuánto más productiva sería si efectivamente pudiese olvidarme de la logística de mis hijos y mi casa hasta las 6pm todos los días? Seguramente bastante más, o al menos no tendría que trabajar un par de horas cada noche después de acostarlos (como lo hacen muchísimas mamás profesionales que conozco). Sin embargo, tampoco estoy segura que esta sea la pregunta correcta.
No tengo muchos consejos para dar . Mi vida es inmensamente privilegiada. Cuento con apoyo remunerado en casa y una pareja que comparte plenamente la crianza. Aún así, hay días en los que siento que voy a enloquecer con todas las cosas que navegan mi cerebro. Si bien veo soluciones prácticas que pudiese implementar para tener menos carga de mi casa e hijos, la realidad es que delegar todo el trabajo de su cuidado tampoco es lo que quiero.
Siempre quise tener una carrera profesional desafiante porque veo en el trabajo una manera de poner mi talento al servicio de causas más grandes que yo misma. Elegí ser mamá sin pensar demasiado en lo que implicaría para mi camino laboral. Hoy, tras algunos años de experiencia navegando ambos mundos, entiendo y empatizo con todas las mujeres: las que jugamos a malabarismo con todas las partes de nuestras vidas, las que deciden tomarse una pausa del mercado laboral al tener hijos, las que eligen no ser madres al querer perseguir sus carreras o intereses con toda su dedicación.
¿Sería mejor profesional si no tuviera a tres pequeños ocupando tanto espacio de mis pensamientos y horas de mi día? La verdad es que no lo sé, pero en todo caso no sería yo. Creo que lo mejor que podemos hacer las madres (y padres) en esta situación es tener las expectativas claras: los próximos años sin duda serán de caos. De enormes desafíos profesionales entrelazados con los familiares. De seguir aprendiendo a decir que no cuando simplemente no se puede. De, como me dijo mi amiga Mirella, aceptar que no podemos ser las mejores en todo ni tenemos por qué serlo. Basta y sobra con lo que ya somos.
Me despido con pocas respuestas pero agradecida de trabajar con personas que me quieren y aceptan a pesar de que más seguido de lo que quisiera, se me olvidan algunas las cosas.
Un abrazo,
Mariana
Gracias por este post Mariana y por compartir lo que muchas pensamos y sentimos! Te abrazo reconociendo la frustración y agotamiento que llegamos a experimentar en el malabarismo de querer crecer familiar y profesionalmente.
Yo en este momento estoy en una pausa laboral y a veces pienso que no sé como hacía trabajando tiempo completo con tres chiquitos, ya de por sí la crianza y las labores domésticas son un trabajo full time. Tampoco tengo respuestas, pero algo que me ha resonado en los últimos meses es lo que escuché en el libro Four Thousand Weeks de Oliver Burkeman - dejo un link (https://leebyron.com/4000/ ) a un sitio web que me gustó con un overview de algunas ideas, para no añadir más libros a la lista de lectura ;). Lo que me dejó este libro es la claridad de que nuestro tiempo y nuestro esfuerzo es limitado, de que por más que queramos nunca vamos a poder "catch up" con todo lo que podemos y queremos hacer en los diferentes ámbitos de nuestra vida, y que más bien deberíamos cambiar un poco nuestra mentalidad de querer hacerlo todo por una mentalidad que reconozca y abrace nuestras limitaciones, con los cambios que esto conlleve en nuestras metas, nuestras agendas, y nuestra cotidianidad. Un abrazo!