Cómo evitar que el estrés laboral contamine nuestra vida
Y cultivar la perspectiva y agencia para hacerlo posible
Tomamos decisiones todos los días, ¿pero tenemos las herramientas para hacerlo bien? El próximo jueves 31 tenemos un taller gratuito sobre estrategias para mejorar la manera en la que tomamos decisiones. ¡Te esperamos!
La semana pasada tuvimos nuestra primera sesión del Programa de Liderando Equipos en Laboratoria+ y como invitada especial nos acompañó Marisol, mi amiga querida que además comenzó Laboratoria en Chile hace 8 años. Compartió con nosotras de forma muy genuina los retos que ha enfrentado en sus distintos roles como líder, tras lo cual Alejandra le hizo una pregunta que me pareció muy valiosa:
¿Cómo haces para que todo el estrés y las dificultades que vives en el trabajo no lleguen también a tu casa, a tu familia?
De manera muy honesta, Marisol le contestó que sí llegan.
Es difícil separar ambos mundos porque somos la misma persona. Los días agotadores en la oficina muy probablemente se llevan gran parte de nuestra energía, dejando poca (o a veces ninguna) esa noche para nuestros hijos o pasatiempos personales.
El estrés y los conflictos en nuestra vida laboral nos generan preocupaciones que lamentablemente, no suelen desaparecer mágicamente a las 6pm. A veces dormimos mal. Otras tenemos una ventana de tolerancia mucho más pequeña para las personas con las que vivimos.
Tras la conversación me quedé pensando en lo difícil de encontrar soluciones a este problema pues la gran mayoría de trabajos, sobre todo conforme vamos avanzando a roles de mayor liderazgo y responsabilidad, cargan consigo una buena dosis de estrés.
A la misma vez, conforme pasa el tiempo, más importante se vuelve para muchas de nosotras cuidar de nuestro bienestar y el de nuestras familias. Para mi, hoy hay muchas más cosas que simplemente no estoy dispuesta a sacrificar. Con una vida cargada de responsabilidades que van más allá del trabajo, más alto es el costo oportunidad del estrés laboral en mi vida.
¿Es posible, entonces, aspirar a seguir creciendo a roles de mayor liderazgo y trabajos desafiantes sin que el estrés que traen contamine nuestra vida? La honesta verdad es que no estoy segura, pero quiero creer que si.
Hay dos principios de vida que me han ayudado a navegar este camino conforme maduro (por no decir, envejezco 👵🏽). Aquí se los comparto.
Primero, cultivar la perspectiva para ver nuestra realidad desde un plano más arriba.
Una de las cosas que más me gusta de hacerme mayor es que siento que con cada año que pasa y las experiencias que vivo, aprendo a ganar perspectiva. Hace unos años, los retos laborales me abrumaban profundamente. Los veía y sentía tan cerca que de alguna manera nublaban toda mi visión. Tras conflictos profundos en el trabajo sentía que mi mundo se caía.
Con el paso del tiempo (y la piel más cuarteada por los errores del camino), he aprendido a dar un par de pasos atrás y hacerme la pregunta: ¿qué es lo peor que podría pasar? Con ella casi siempre me doy cuenta que lo peor no es tan malo como creo y aún si lo fuera, siempre encontraremos salida.
He entendido, como dice la monje budista Pema Chodron, que el hecho de que las cosas se derrumben es una prueba pero también una sanación. “Creemos que el punto es pasar la prueba o superar el problema, pero la verdad es que las cosas realmente no se resuelven. Se unen y luego se separan. Luego se vuelven a unir, solo para separarse otra vez. Simplemente es así. Cuando creamos espacio para que todo esto suceda - la pena, el alivio, la miseria, la alegría - sanamos”.
Yo poco a poco he logrado convivir relativamente bien con los retos de mi carrera. No es que estos hayan cambiado - yo he cambiado en cómo los percibo y manejo. Y si no lo hubiese hecho, estoy segura que hace tiempo hubiese tirado la toalla como emprendedora.
Segundo, recordar siempre que tenemos la capacidad de cambiar nuestra realidad y elegir.
A veces, sin darnos cuenta nos volvemos víctimas de nuestras propias circunstancias y perdemos la capacidad de ver salidas. Nos sentimos atrapadas en un trabajo que no nos motiva. Presas en relaciones que nos hacen daño. Destinadas a un entorno donde no somos felices. El ancla del status quo, el querer cumplir con las expectativas de otras personas, o incluso el miedo de no estar a la altura de las propias nos paralizan.
Sin embargo, nosotras tenemos la capacidad de decidir. Tenemos la agencia para moldear nuestro entorno, para ser ejemplo del tipo de cultura que queremos vivir. Si a pesar de nuestros intentos estamos en espacios donde el estrés o el conflicto se vuelven crónicos, siempre podemos movernos nosotras. Como bien dice Nigel Marsh, si tu no diseñas tu vida, alguien más la va a diseñar por ti. Tenemos el derecho, y nos lo vamos ganando más con el crecimiento de nuestra influencia, de trazar nuestros límites. También debemos siempre seguir invirtiendo en nosotras, aprendiendo y creciendo para cuando lo necesitemos, tener la posibilidad de abrir la puerta y partir.
Finalmente, algo más que hoy entiendo es que en la vida y a lo largo de nuestras carreras cada etapa es distinta, y está bien. Algunos años podremos estar dispuestas a darlo todo. Otros, tal vez ese todo ya no haga sentido, pero no por eso lo que podemos dar es de menor valor.
Me despido pensando que tal vez es la sabiduría que viene con el paso de los años nuestra mejor aliada para no darle al estrés laboral más peso del que merece.
Un abrazo,
Mariana