El desafío de ser manager por primera vez
Y lo que podemos empezar a hacer para convertirnos en grandes líderes de personas
Muchas veces he escrito sobre lo desafiante que fue para mí aprender a ser una buena líder de equipo. Incluso hoy, tras muchos años de experiencia con personas a mi cargo, a veces todavía me invaden las dudas. ¿Estaré siendo una buena guía para las personas que trabajan conmigo? ¿Las estaré ayudando realmente a ser mejores y crecer? ¿Por qué no pido feedback de mi trabajo más seguido?
Tenía 28 años cuando, oficialmente, alguien me empezó a “reportar” por primera vez. Y pongo “reportar” entre comillas porque es un término que aún me genera dudas. Suena muy firme, vertical, y me hace pensar en un joven cadete reportándose a su base militar cada mañana. Por suerte Andre, mi primera practicante cuando empezábamos Laboratoria, tenía pocos aires militares y yo menos aún de generala. Juntas fuimos aprendiendo la una de la otra, y con el tiempo entendí que ser su líder no implicaba tener todas las respuestas.
Pero a pesar de que no tenía que saberlo todo, si me fue necesario aprender muchísimas cosas nuevas para empezar a liderar a alguien más bien. Tuve que partir por cambiar la imagen que tenía de mí misma y pasar a visualizarme como alguien con el seniority para darle guía a otra persona. Proyectar un mínimo de confianza sobre lo que estábamos haciendo. Atreverme a tocar temas sensibles, desde negociaciones salariales hasta dificultades personales que impactan el desempeño. Conforme mi equipo fue creciendo, me equivoqué muchas veces. El dolor cada vez que alguien renunció por cosas que yo pude haber prevenido fue profundo.
En los últimos años me he dado cuenta que esta transición a ser managers de personas por primera vez es una de las más difíciles de nuestras carreras y a la vez, una de las menos acompañadas. ¿Cuántas veces nos encontramos teniendo a alguien más “a cargo”, sin tener la más mínima idea de cómo hacerlo bien? Tal vez es un poco como la maternidad - no importa cuánto leas, no es tan fácil prepararse anticipadamente. Se aprende en la cancha. Sin embargo, cuando ya estamos en el partido, hace toda la diferencia que alguien nos explique las reglas y nos acompañe si nos está costando jugar.
Mi salvavidas fue mi querida coach Mili. A lo largo de varias sesiones me acompañó a conocerme mejor, a entender el origen de algunos de mis miedos e inseguridades, y a ganar herramientas concretas para empezar a ejercer mi liderazgo con más confianza. Con su guía y la de mi socios y equipo cercano pude ir respondiendo las miles de preguntas que me trajo el camino de liderar.
¿Cómo me gano la confianza de mi equipo? ¿Cómo logro que valoren mi criterio? ¿Cómo construyo una cultura donde las personas sean capaces de decirme lo que realmente piensan? ¿Cómo aporto valor al trabajo de otros sin imponer mi mirada? ¿Cómo consigo delegar bien? ¿Cómo aprendo a sentirme segura y orgullosa de la líder que soy?
La lista es larga, y con el paso del tiempo y la experiencia no necesariamente se achica. Diría que se transforma. Nacen nuevas interrogantes y perspectivas.
Para dejarles algo de valor y no sólo preguntas sin resolver, quiero compartirles tres cosas que podemos hacer para empezar a convertirnos en las líderes que aspiramos a ser.
Primero, invertir el tiempo y el espacio en conocerte mejor
Hay una frase que me encanta de uno de mis artículos de liderazgo favorito de todos los tiempos: la soledad es la esencia del liderazgo. No me malinterpreten - es muy valioso liderar en compañía. A lo que se refiere el autor es que para liderar bien, necesitamos poder realmente conocernos a nosotras mismas. Darnos el espacio de reflexión, y la soledad que este requiere, para descubrir quiénes somos y aprender a liderar desde ahí. Sin la claridad de quién somos, ¿cómo podemos saber qué queremos de la vida? ¿Sin saber qué nos es importante, cómo decidir con congruencia ante los desafíos de la vida? Profundizar en nuestro autoconocimiento es tal vez lo más importante que podemos hacer para darnos la oportunidad de ser grandes líderes.
Segundo, atreverte a pensar por ti misma
Nadie tiene un impacto trascendental en el trabajo o la vida de otros simplemente haciendo lo que le dicen. Liderar implica formar una opinión y decirla. Requiere tener una mirada del mundo, una visión, y la valentía para cuestionar y defender lo que creemos. Tenemos que aprender a hacer esto de manera constructiva, tomando consciencia de nuestra influencia e impacto. Liderar es aprender a aportar valor desde lo que nos hace nosotras.
Finalmente, tener expectativas altas para ti como líder y para tu equipo
Alguna vez leí por ahí un consejo que me quedó grabado: el mejor regalo que puedes tener en tu carrera es un primer jefe con estándares altos. No puedo estar más de acuerdo. Tener una expectativa alta del trabajo de las personas es parte de creer que somos capaces de hacer grandes cosas. Liderar implica poder poner la valla alta y a la vez, saber cómo acompañar a nuestro equipo para tener éxito cruzándola. Esto es tal vez de lo más difícil de lograr en nuestros inicios como managers, pero de enorme impacto en nuestros equipos si lo conseguimos.
Ánimo y fuerza para todas las que están liderando equipos por primera vez. Confíen en que es posible - todas podemos ser grandes líderes si lo trabajamos.
Un abrazo,
Mariana
Este es un tema que nos apasiona en Laboratoria+ y parte de nuestra razón de existir es ser un espacio para aprender a crecer como líderes en compañía. Tratando de hacer más accesibles esos “salvavidas” como fue mi coach, el 17 de junio comenzamos un nuevo programa de coaching grupal para mujeres que en el último año asumieron un rol como managers de personas. Dura cinco semanas y lo moderará Cheska (un lujo de coach). Aquí pueden ver los detalles. Si alguna por aquí está interesada en sumarse, nos escribe por Whatsapp. Es un programa bastante personalizado así que tenemos poquitos cupos.