La semana pasada perdí algunas horas de sueño en la noche poniéndome al día con la última temporada en Netflix de Working Moms. La comedia canadiense relata las historias algo demenciales de dos amigas mujeres que intentan triunfar en sus trabajos mientras crían hijos. Un episodio me dejó pensando en un dilema al que aún no hemos encontrado soluciones definitivas: el costo de la maternidad para las mujeres en el mundo laboral.
Sloan, una mujer negra que con su trabajo y esfuerzo ha llegado hasta lo más alto de la industria editorial, ha despriorizado su vida personal para avanzar en su carrera. Cuando a sus 40 años decide ser madre con un donante de esperma, a pesar de ser una mujer claramente segura de sí misma y sus capacidades, tiene pavor de compartir la noticia de su embarazo a sus colegas.
Los miedos de Sloan nos recuerdan mensajes que las mujeres hemos escuchado muchas veces a lo largo de la vida:
Si eres ambiciosa y quieres llegar lejos en una industria dominada por hombres y altamente competitiva, es normal que tengas que posponer tus relaciones personales y planes de maternidad.
El hecho de que seas madre puede perjudicar tu ascenso de carrera, comenzando porque te ausentarás en los meses de licencia y después de eso tendrás que moderar tus horarios para cuidar de otro ser humano que depende de ti.
Me quedé pensando si estas cosas efectivamente siguen pasando más allá de la TV. A pesar de que hemos hecho enormes avances, lamentablemente creo que aún, en demasiadas industrias y demasiadas culturas laborales, este episodio es un reflejo de lo que millones de mujeres vivimos en años críticos de nuestro camino profesional.
El costo de la maternidad
Más allá de las implicancias naturales del embarazo y el posparto, la maternidad tiene un costo monetario real y un impacto de largo plazo en las carreras e ingresos de las mujeres. En este estudio del Economist podemos ver como incluso en algunos de los países más progresistas del mundo, la caída en ingresos con la maternidad es significativa.
Al tener hijos y dada la falta de un soporte público de cuidado, muchas mujeres no vemos alternativas a dejar de trabajar, trabajar menos horas o tomar empleos peor remunerados a cambio de mayor flexibilidad. Los hombres, por el contrario, rara vez se ven impulsados a tomar estas decisiones. Según el Instituto de Investigación en Políticas de la Mujer, en Estados Unidos más del 40% de las mujeres trabajadoras tuvieron al menos un año sin ingresos tras tener hijos. La penalidad por tomarse este tiempo es alta, traduciéndose en 39% menos ingresos anuales en comparación a las mujeres que no pausaron su carrera.
¿Tenía razón Sloan en su miedo a lo que la maternidad podría significar para su liderazgo profesional? Sin duda. Hay industrias que demandan una disponibilidad 24/7. Hay culturas de trabajo que esperan presencia en reuniones a horas en las que no siempre alguien más puede cuidar a un hijo pequeño. Hay roles de liderazgo que simplemente demandan una entrega poco compatible con la lactancia o la presencia que necesita un bebé.
No hay salida fácil a este dilema. Con mi sombrero de líder de una organización con muchísimas mujeres en el liderazgo, hace algunos años que nuestras Directoras venimos haciéndonos la posta en licencias de maternidad, y sin duda es un reto para nuestra operación. Con mi sombrero de mamá, hay muchos días en los que sueño con más tiempo para mis hijos. Quiero poder ir más al parque con mi bebé, o sumarme a alguna actividad del salón de mi hijo un martes cualquiera.
Crear un mundo laboral que considere mejor las responsabilidades de crianza es una tarea de largo aliento, pero se me ocurren algunas cosas que empresas, madres y padres podemos hacer para acelerar el cambio.
Primero, lograr que este sea un tema en la mesa y hacernos las preguntas correctas desde todos los frentes. Por ejemplo, si soy empresa, ¿es este rol realizable para alguien que tiene un hijo pequeño? Tal vez no el 100% de los roles puedan serlo, pero debemos adaptar nuestra cultura de trabajo para que la mayoría sí lo sean. Si soy padre, ¿considero mi trabajo más prioritario que el de mi pareja? ¿Qué reflejan mis acciones?
Segundo, reconocer también que la maternidad puede fortalecer el valor de las mujeres profesionales. El impacto de tener hijos, por suerte, no es únicamente tener menos tiempo. Nos volvemos más eficientes, más pacientes, priorizamos mejor, y ante muchos retos creo que tener hijos nos da una mejor perspectiva de largo plazo que traemos también a nuestra vida profesional.
Finalmente, siempre pienso que traer a la siguiente generación al mundo no debe ser sólo carga de las mujeres que decidimos ser madres. Los padres, instituciones y la sociedad en su conjunto tenemos la responsabilidad de crear un nuevo paradigma laboral en el que no nos penalicen por cargar la barriga.
Ahora que se acerca el día de las madres llega una buena oportunidad de abrir esta conversación en los espacios de los que somos parte.
Que tengan un lindo fin de semana,
Mariana
Excelente reflexión, Mariana. Pienso que es un tema que no se discute suficientemente en los círculos de liderazgo y, si bien tengo más preguntas que respuestas como mamá de tres, quiero ofrecer un par de puntos que creo que hacen parte importante en esta discusión:
- Desde hace años cuando escuché la famosa entrevista de Indira Nooyi (https://www.youtube.com/live/xTjKDzocX4w) en la que dice que las mujeres no podemos tenerlo todo, me identifiqué totalmente. Pienso que es muy tóxico para nosotras el ponernos imposibles expectativas de ser excelentes en nuestros trabajos y al mismo tiempo ser madres presentes, buenas amigas, esposas, hijas, etc. Es la receta perfecta para alimentar el burn out de nuestros tiempos. En mi caso, incluso tratando intencionalmente de balancear mi vida laboral y personal, decidí renunciar a mi trabajo "flexible" al estar muy cerca de quemarme por sentirme incapaz de priorizar mi autocuidado.
- En nuestros países, al ser relativamente fácil delegar el cuidado a otras personas (niñeras, empleadas, etc.), incluso de manera informal y no bien remunerada, pienso que la crianza no es vista como una actividad importante para nuestras sociedades. Creo que en general el pensar hacer una pausa en nuestras carreras, con las implicaciones que sabemos eso va traer en nuestro crecimiento económico y profesional, es visto como algo negativo y no se toma en cuenta que es en realidad un tiempo importantísimo para el desarrollo de nuestros niños y niñas. Entiendo que esto no es ni siquiera opcional para la mayoría, ni digo esto como crítica a ninguna familia, sé que todos escogemos hacer lo mejor que podemos con los recursos y conocimiento que tenemos, pero sí creo que como culturas latinoamericanas nos hace falta valorar más el cuidado y la crianza como actividades esenciales.
De nuevo gracias por traer estos temas importantes a la mesa en tu organización y tu boletín (:
Una realidad cierta y que las mujeres asumimos con demasiada naturalidad. Es muy difícil poder llegar a los estándares que nos pone la sociedad: trabajar al 100% como si no tuviéramos hijos, pero a la vez criar hijos como si no tuviéramos un trabajo que demanda la mayor cantidad de horas del día. Me siento identificada con lo que escribes y además agregaría un sentimiento de culpa que está presente todos los días! Tuve la suerte de poder estar en la casa con mis hijos de chiquititos, pero ahora que comencé a trabajar nuevamente, dividirme y poder estar presente en la vida de los 4 es todo un reto! Pero también necesito mi espacio y poder seguir desarrollándome profesionalmente. Gracias por compartir! Justo estoy terminando de ver Working Moms ;) / Sandra Morris