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La Travesía de hoy la escribe Mariana Costa, co-founder en Laboratoria+
La semana pasada me invitaron a un conversatorio en el Endeavor Inspire en Lima. Un evento para emprendedores y jóvenes interesados en aprender más sobre lo que implica comenzar y crecer una startup. En medio de las conversaciones sobre estrategia, escala y levantamiento de capital que suelen caracterizar estos encuentros, acordamos con Diego, que moderaba el panel, hacer espacio para algunas preguntas más íntimas.
¿Qué pasa con nuestras empresas, que de alguna manera son nuestros primeros “hijos”, cuándo llegan los hijos de verdad?
¿Qué pasa con nuestra identidad cuando se fusiona con la de nuestros proyectos?
¿Cómo navegamos el miedo de volver a empezar tras haber tenido algo de “éxito”?
Fue un espacio que disfruté mucho, y quería traer a Travesías algunos de los aprendizajes que compartí. Son parte de las conversaciones que solemos tener aquí sobre el camino de crecer como mujeres y profesionales.
Vida Laboral & Vida Personal
La idea de que la vida personal y la vida laboral son compartimentos perfectamente bien definidos y separados, aunque nos guste, simplemente no es real. Las oportunidades y los desafíos pasan y no saben de tiempos ni momentos ideales. La promoción llega cuando volviste de licencia de maternidad, y la enfermedad se presenta cuando más te necesitan.
A mi, esta ilusión de separación se me quebró rápidamente cuando nació mi primera hija. Unos días antes de mi fecha de parto, me llamaron para invitarme a un evento en Stanford sobre emprendimiento. Yo ya había dicho que no podría participar por mail, pues el encuentro era pocos días después del nacimiento de Lucía. “Es que te llamo para animarte a reconsiderar tu decisión, pues queremos que durante el evento compartas un panel con el presidente Obama y Mark Zuckerberg”.
Casi me atoro al responder. “¿Perdón, con quién?”
Así como lo escuchaba, me estaban invitando a un panel con algunas de las personas más influyentes del mundo (incluyendo mi presidente favorito), a contar la historia de Laboratoria. El problema es que iba a tener 15 días postparto de mi primera bebé. Sin pensarlo demasiado y siguiendo el consejo de mi hermana, acepté. Cuando nació Lucía, que por suerte se adelantó unos días, me sentí absolutamente incapaz de separarme de ella. Sufrí pensando que tendría que dejar pasar esta increíble oportunidad, pero simplemente no lo veía viable. Todo el cuerpo me dolía tras el parto, las hormonas y emociones a flor de piel me hacían llorar múltiples veces al día, y tenía una bebé recién nacida pegada a mi pecho cada hora.
Abandoné la idea del viaje hasta la noche previa a partir. Cuando llegó el momento, me senté con calma a escucharme y decidí que a pesar de mi miedo de madre primeriza, esta oportunidad era algo que me merecía. Me armé de valor y con confianza plena en mi esposo, me fui con el corazón apretado a tomar el avión. Unas horas después estaba en el escenario contándole a Obama, y al mundo, de Laboratoria. Aquí les dejo un video del pasado para que vean cómo fue.
Claramente mis planes de tomar en serio mi licencia no resultaron. Ahí aprendí que las oportunidades eligen su propio momento, y que yo no soy Mariana mamá unos días y Mariana emprendedora otros. Soy yo, con todo mezclado, todos los días.
Somos más que nuestro trabajo
En mis primeros años en Laboratoria, cada fracaso me dolía de manera profunda y remecía todos mis cimientos. En parte, creo que esto se debía a que yo era mi trabajo. En el deposité todos mis esfuerzos y deseos con una fuerza que sin duda me impulsó a lograr algunas cosas relevantes. Con el tiempo, sin embargo, he aprendido que esta no es la mejor manera de vivir. Nuestro trabajo es sin duda parte importante de nuestras vidas, pero no podemos dejar que sea el todo. ¿Quién soy más allá de mi empresa, de mi rol, de mis habilidades? En la respuesta a esta pregunta está lo que nos sostiene en el tiempo, pase lo que pase con nuestros empleos. Y si algo es seguro en la vida, es que muchas cosas impredecibles pasarán con esos empleos. Si no nutrimos eso que somos más allá del trabajo, cuando los trabajos flaqueen, nos quedaremos sin piso.
Yo, por ejemplo, soy mis libros, mi deporte, mis hijos. Soy mis amigas, mis dibujos, y mi amor por la escritura. Soy mis viajes, mi compromiso con mi país y mis caminatas junto al mar. Todo eso requiere de tiempo y constancia, cosas que solemos despriorizar ante la intensidad laboral de nuestros días. Pero en estos años he aprendido que lejos de ser lujos, son una necesidad imperativa para seguir siendo yo misma. Hoy son espacios que protejo de manera consciente, y aunque no siempre lo logro, el tenerlo presente ya hace una diferencia.
Los altos y bajos son parte del camino
Una de mis lecciones más valiosas de los últimos años ha sido aceptar que los altos y bajos son parte de la vida. De más chica, tenía la expectativa de que todos fueran altos. En mis relaciones, en mi trabajo, en mi emprendimiento. Cada bajo, entonces, dolía no solo por el choque contra el piso, si no por la ruptura del ideal que yo había creado en mi mente. Tras varios golpes y reflexiones posteriores, en algún momento empecé a entender que los bajos son parte intrínseca de vivir. Su existencia hace los altos posibles. Son etapas que debemos aprender a gestionar con calma y no luchar por evitar, pues simplemente no es posible vivir una vida sin caídas. No sería vida. Hoy veo todo con más distancia y perspectiva. Como bien ilustra esta gráfica que hace unos años me compartió una querida amiga emprendedora, los oh fucks son múltiples y de hecho ya no me duelen tanto. Los hell yeahs los disfruto, pero tampoco vivo obsesionada con perseguirlos.
He entendido que en la luz siempre hay algo de oscuridad, y en la oscuridad, también un poquito de luz. Esto me ha permitido bajar mis expectativas en muchos frentes, y no tener miedo de volver a intentarlo. Sé que habrán caídas. Son señal de que me sigo impulsando.
Un abrazo,
Mariana
Estamos tratando de entender mejor cómo Travesías puede seguir evolucionando como un lugar que aporte valor a nuestras lectoras. Para conocer un poco más de qué las trae a leernos cada semana, en los próximos posts estaremos compartiendo algunas encuestas. También les agradecemos muchísimo si nos pueden dejar comentarios de qué les gusta en cada post, qué les resuena, y qué más les gustaría ver en este espacio. ¡Muchas gracias!
PD: Junio trae varios eventos increíbles en Laboratoria+. ¡Las esperamos!
Somos muchas versiones de nosotras mismas, al mismo tiempo. ¡Qué linda reflexión! Te felicito por aprovechar la oportunidad no sólo para conocer a Obama, sino también para vosibilizar el trabajo de Laboratoria y los logros de tantas mujeres a través de ella.
Gracias por.comparrir tu historia, muy inspiradora.
Que lindo haber vivido una experiencia tan conmovedora al compás de la maternidad. Realmente los poderes de ser mamá te hicieron invencible. Gran carácter para afrontar los desafíos! Me queda como aprendizaje que el amor lo puede todo. Ese sentido de agencia que nos impregnas. Grande Mariana!