¿Cuál es mi propósito en la vida?
Y el proceso de entender que no tenía que cambiarlo todo para ser más feliz.
Este febrero, Travesías cumple dos años de vida 💞. Desde Laboratoria+ empezamos este newsletter porque sentíamos que hacía falta un espacio para conversaciones más sinceras e íntimas sobre el camino de crecer en nuestras carreras como mujeres en América Latina. Ha sido un gran recorrido que queremos continuar con más fuerza este 2025. Por eso, si te gusta este newsletter, te pedimos que nos ayudes compartiéndolo con las mujeres de tu vida para ayudarnos a seguir creciendo 💕
La Travesía de hoy la escribe nuestra querida Naddia Schiaffino, member de Laboratoria+ y co-líder del Book Club 📖
Incomodidad y comparación
Siento que esa pregunta es tan profunda y personal que, por mucho tiempo, evité responderla. Sin darme cuenta, estuve yendo en piloto automático por muchos años. Hacía cosas, lograba objetivos, el ambiente en mi trabajo era muy bueno, tenía gente a cargo y lo que se puede llamar “un buen puesto”. Desde afuera, cualquiera habría pensado que estaba en el camino correcto. Era el escenario ideal, hasta que, a mediados del 2023, hubo cambio de directiva y empezó mi terremoto interno.
Las dudas empezaron a arremeter en mi cabeza: “¿estoy en el lugar correcto?, ¿hago lo que me gusta?, ¿qué me gusta hacer?, ¿para qué soy buena?, ¿cuál quiero que sea mi siguiente paso profesional?, ¿cuál es mi propósito en la vida?”
Sin quererlo, me encontraba comparándome con amigos y colegas de distintas etapas de mi vida. Les veía súper felices en LinkedIn o Instagram publicando sus ascensos, cambios de puesto, nuevos estudios, etc. Cada vez que veía sus post, me era inevitable preguntarme por qué no era capaz de sentirme conforme con la carrera profesional que tenía.
Estaba perdida. Sentía que no estaba contenta en donde estaba pero tampoco sabía dónde quería estar. ¿Por dónde empezar? Por suerte cualquier punto de partida es válido para volver a encontrar el camino.
El “invierno” y la mirada hacia adentro
El invierno simboliza esa pausa forzada que nos invita a abrazar la incomodidad y encontrar en nuestro interior el calor necesario para seguir adelante.
Siendo el año 2024, mi lado racional me decía que tenía que hacer “cosas”. No importaba tanto qué, pero tenía que seguir siendo productiva. Pero mi lado emocional, aplastado la mayor parte del tiempo, me decía (ya casi me gritaba) que tenía que descubrir hacia dónde quería ir y la única forma de hacerlo era en la tranquilidad de una pausa, con el espacio para ir respondiéndome todas esas preguntas incómodas.
Leyendo el libro “My Friend Fear”, de Meera Lee Patel , di con una frase que me ayudó mucho en este camino: “reemplazamos la curiosidad que tenemos desde niñas por la necesidad de seguridad que la vida adulta exige”. Me di cuenta que las respuestas no las iba a encontrar comparándome con otras personas. Tenía más bien que abrazar esa curiosidad (y ese miedo) y mirarme de frente, hacia adentro.
Empecé el recorrido apoyándome en algo que siempre me ha guiado: la lectura. Llegó a mí el libro “Y tú, ¿qué marca eres?” de Neus Arqués, donde te plantea preguntas tan profundas como “cuando mueras, ¿qué te gustaría que las personas recuerden de ti?, ¿qué quisieras que escriban en tu epitafio?, si pudieras cambiar el mundo, ¿qué cambiarías?”. También te plantea un ejercicio hermoso: Escoge a las 5 personas más cercanas y pregúntales cuáles son las 3 características que más admiran de ti y por qué. Yo elegí a mi mamá, mis hermanas, mi madrina y amigas cercanas; les mandé un Google Forms para que se entienda el ejercicio y queden registradas las respuestas. Quedé sorprendida con las respuestas, llenas de cariño y de características positivas que no había podido notar por mi misma.
Al empezar a “hacer la tarea”, fui ganando claridad de cómo quiero aportar al mundo, y qué características y competencias tengo a mi favor para hacerlo
La “primavera” y el sentido de agencia
La primavera muestra que, tras un invierno de quietud, el terreno está listo para que la curiosidad y el propósito empiecen a florecer.
El término “sentido de agencia” lo descubrí por primera vez en un post que hizo Mariana Costa en mayo de 2024 en este mismo blog. Ella describe el concepto así: “es una manera de ver la vida en la que te sientes en control sobre quién eres, sobre tus decisiones, tu comportamiento y aspiraciones. No esperas sentada a que las cosas sucedan. Más bien, te paras y haces todo lo que está en tus manos para hacerlas pasar”.
Con un poco más de energía por esos descubrimientos, empecé a hacer espacio en mis días para dedicarme a actividades relacionadas a mis respuestas. Para mi sorpresa, me fui dando cuenta que para empezar a sentirme contenta en mi día a día no tenía que darle un giro radical a mi vida. No se trataba de empacar maletas y mudarme de país. Empecé a incorporar actividades pequeñas pero significativas porque me acercaban a esa esencia de quién soy, qué disfruto, y para qué soy buena.
Empecé a hacer un voluntariado en “La Casa de la Mujer” del lugar donde vivo. Una vez al mes capacitaba a mujeres en temas de emprendimiento. Por una hora a la semana, empecé a pintar en lienzo. Me llamó la atención descubrir que solo pinto con la mano izquierda (soy diestra), como si ese lado mío, normalmente en silencio, tuviera algo que expresar. Empecé a escribir más seguido en mi diario, lo cual me animó a compartir en LinkedIn ciertos aspectos que nacían “de mi corazón”. La exposición pública me aterraba (aún lo hace), pero mi amor por escribir fue más fuerte. Me propuse publicar algo cada dos semanas, a mi ritmo y sin presión.
Me matriculé en una certificación como “Coach de Ikigai” (concepto japonés que significa “razón de ser”). De las mejores decisiones que tomé. También aprendí a decir 'no' a aquello que no se alineaba con lo que realmente me llena de energía: desde salidas de fin de semana que me dejaban agotada, hasta oportunidades de negocio que no resonaban con mi nueva forma de ser. En cambio, empecé a decir 'sí' a actividades con amigos y personas que me inspiran, me suman y me renuevan. Por último, adelanté mi despertador 15 minutos para leer con calma antes de empezar con mi día.
El inicio del “verano” y mi propósito
En el verano de esta travesía, la calidez de mis descubrimientos se transformó en fuerza para dar los primeros pasos hacia un camino más auténtico.
Gracias a todo ese espacio que me permití regalarme, me encontré con uno de mis mayores descubrimientos: soy una psicóloga innata. ¿Cómo es posible eso si estudié administración y me especialicé en finanzas y negocios?
Conectando los puntos hacia atrás, me di cuenta que mis ganas y capacidad de conectar fácilmente con las personas fue algo que siempre me ayudó en mis trabajos y emprendimientos - justamente es lo que me hace resaltar. Entendiendo lo que me gusta, decidí darle un sentido más profundo y una aplicación que trasciende lo profesional y este año empecé a estudiar Neurociencias. Es algo que me entusiasma y me reta a la vez. Me saca totalmente de mi zona de confort pero es más mi motivación y deseo de experimentar que mi miedo (siempre presente).
¿El “otoño”? y la travesía continúa
El otoño me recuerda que la vida, como las estaciones, tiene un ritmo natural, y aceptar cada cambio (inevitable) con curiosidad y autocompasión es parte de crecer.
No sé qué me depara el destino pero siento que hoy, estoy en el camino que quiero seguir. No estoy dejando mi trabajo ni lo que hago actualmente, simplemente, aprendí a darme el tiempo y el espacio para llenar mi vida de actividades que también me llenan el corazón.
Me gusta cómo el IKIGAI describe ese propósito de vida: “Más allá de un objetivo final, es un camino dinámico que se ajusta a las etapas de tu vida y que invita a disfrutar cada momento mientras descubres y vives de acuerdo con tu esencia.”
Las invito a explorar los próximos círculos en Laboratoria+: son una oportunidad única para conectar con nosotras mismas y descubrir ese camino hacia una vida plena y balanceada que tanto anhelamos. Recordemos que el primer paso está en nuestras manos, y con intención y dedicación, todo es posible.
Abrazo fuerte,
Naddia