Una carrera con propósito
Y cómo balancear nuestras aspiraciones financieras y pasiones en las decisiones que tomamos
Hace 5 años empecé a preguntarme si había elegido la carrera correcta. Creo que lo más cercano a “una carrera correcta” sería poder trabajar en algo que te apasione pero a la vez te de tranquilidad económica. Suena simple pero encontrar el equilibrio entre pasión y una buena remuneración no suele ser fácil. No porque no exista tal combinación sino porque encontrarlo es algo bastante personal. Algunas personas pueden priorizar seguir su pasión a pesar de una remuneración menor, mientras que otras deben elegir estabilidad financiera. Incluso en muchos casos ni siquiera tomamos una decisión consciente, simplemente nos vemos influenciadas por experiencias que nos marcaron de chicas, la presión social, mensajes a través de los medios de comunicación, costumbres familiares, expectativas, inestabilidad económica o la educación que recibimos y es así como terminamos yendo por caminos que tal vez no son tan genuinos para nosotras.
De pequeña mi sueño era ser profesora. Enseñar y guiar a mis muñecas era mi única misión. Jugaba a darles todas las herramientas para que pudieran crecer sanas, fuertes, siendo buenas personas y sobre todo valiéndose por sí mismas. Me motivaba el ayudar a resolver las realidades injustas que veía a mi alrededor. Sin embargo, conforme fui creciendo me olvidé de este sueño y lo puse en pausa por más de 10 años.
Mis primeras decisiones de carrera
Desde la universidad escogí el mundo corporativo, y empecé trabajando en Coca-Cola. En 5 años pasé por Alicorp, Nestlé, y Pepsico. Estaba convencida que trabajar en grandes empresas, en puestos altos y eventualmente terminar siendo CEO era para lo que había nacido.
Tras varios años de trabajo me fui a estudiar una maestría a Barcelona para seguir preparándome. Fue entonces cuando reaparecieron mis preocupaciones por la importancia de la educación como ascensor social, la necesidad de contribuir a acortar las brechas, de ser parte de avanzar la equidad de género, de crear oportunidades para quienes no las tienen. Fue viviendo fuera y siendo consciente de las brechas que existían entre Europa y Latinoamérica que sentí después de mucho tiempo que no estaba trabajando en algo que llenara mi corazón. Tardé 5 años en animarme a girar el timón y cambiar de ruta, pero finalmente me armé del valor para hacerlo.
Es desde esa experiencia que hoy quiero compartirles los pasos que recomiendo seguir para encontrar su IKIGAI: la convergencia entre aquello que amamos, en lo que somos buenas, lo que el mundo necesita de nosotras y por lo que podemos ser recompensadas. Me hubiera gustado que alguien comparta este ejercicio conmigo algunos años atrás.
Autoconocimiento: Reflexiona sobre tus intereses, lo que disfrutas hacer y aquellas actividades que te hacen sentir más viva. Para lograrlo, lo mejor que podemos hacer es darnos el tiempo de probar y tener experiencias diversas. Cuando dejé mi trabajo en Coca-Cola, por ejemplo, muchos me preguntaban por qué lo hacía si ahí me esperaba una carrera prometedora. En ese momento no tenía claro qué quería pero si sabía que para descubrirlo debía seguir probando. Quería trabajar en otras empresas e ir descubriendo qué me gustaba, qué me retaba y qué disfrutaba. Mi maestría también fue parte de esta exploración, que finalmente me llevó a reconectarme con eso que realmente quería.
Identifica tus fortalezas: Analiza tus habilidades y talentos, encuentra qué actividades te resultan más fáciles de hacer. Cuando terminé la universidad, no tardé en darme cuenta que la mayoría de personas en marketing se alejaban de los números y el análisis. Yo era relativamente buena en esto y decidí que lo iba a usar para diferenciarme. Me esforcé mucho por ser una marketera numérica, y desde ese expertise poder agregar valor en cada proyecto en el que participaba. Encontrar y cultivar aquello en lo que somos realmente buenas es clave pues desde ahí partirán nuestras oportunidades de ir creciendo en responsabilidades, ingresos e impacto.
Define tus valores y principios fundamentales: Comprender qué es importante para ti te ayuda a alinear tus acciones, creencias y objetivos personales. En mi caso, trabajar en una empresa que aborde problemas sociales se convirtió en una prioridad importante. Tenemos que dedicarle tiempo a entender qué es importante para nosotras. Esto es algo que puede cambiar a lo largo de la vida y en cada etapa es bueno definir nuestros “no negociables” cuando buscamos ese próximo paso en nuestras carreras, y no renunciar a ellos.
Identifica oportunidades de mercado: Analiza posibles áreas laborales que podrían alinearse con tus habilidades, pasiones y lo que el mundo necesita. Evalúa cómo estas pueden ayudarte a construir tranquilidad económica y a la vez, acercarte a lo que te apasiona. Ser estratégicas con nuestras decisiones de carrera para entrar a rubros de crecimiento y alta demanda es clave para tener la libertad de encontrar trabajos que nos llenen y nos permitan construir la realidad financiera que queremos.
Crea una hoja de ruta: Construye el paso a paso, así sea que se trate de un plan de años. En mi caso, una vez que identifiqué que quería trabajar en una organización con propósito social, tuve que invertir algunos años en construir la tranquilidad económica que necesitaba y no fue hasta que logré esta tranquilidad que pude dar el salto. Después de trabajar 15 años en el mundo corporativo, no fue fácil hacer este cambio. Lo primero que hice fue encontrar a la organización de mis sueños, postulé sin mucho éxito, luego busqué contactar a las personas que estaban a cargo y gracias a dios una de esas personas me vio. No habían posiciones abiertas y no había un área especializada en lo que yo hacía en la organización, así que decidí ofrecer una consultoría. Me esforcé mucho y fui paciente. Después de unos meses me contrataron a medio tiempo y después de casi 4 meses logré que me contrataran a tiempo completo.
Experimenta y adáptate: No dejes que el miedo te frene. Yo tuve que entender que el cambio no se iba a dar de un día para otro. Fui paciente, construí mi tranquilidad económica y apenas pude, empecé a probar. Tuve que ceder en algunas cosas en las que estaba dispuesta a ceder y esto no tuvo nada de malo.
El camino que recorrí no tiene por qué ser el mismo que ustedes recorran. Hay caminos diferentes y no hay uno solo correcto, simplemente son distintos. Lo importante es entender a dónde quieres llegar, identificar tus próximos pasos y no perder de vista esa hoja de ruta que asegurará que termines en un lugar en donde tu corazón vibre, tu mente esté en calma y tu alma contenta.
Un abrazo y que el 2024 sea un año dónde encuentren ese trabajo que las llena.
Steph