La Travesía de hoy la escribe Maria Paula Rivarola, una de nuestras queridas mentoras en Laboratoria+
“Todo, menos lineal” es como siempre describo mi trayectoria profesional, y aún así, siento que he llegado al lugar correcto. En este post quiero contarles un poco sobre cómo ha sido para mí construir una carrera poco tradicional, en la que he ido descubriendo mi camino al andar.
Cuando en algún formulario me piden que indique mi profesión, todavía no sé muy bien qué responder. Estudié psicología clínica, trabajé varios años en un emprendimiento social haciendo general management y business development, hice un MBA en MIT y hoy soy Global Program Manager para programas que usan Machine Learning en Uber. ¿Qué respondo? ¿Cuál es mi profesión? Pienso que muchas veces mi duda viene por un cierto estigma que aún existe sobre las carreras no tradicionales.
Es una locura que a los ~17 años, cuándo todavía no somos ni legalmente adultas, tengamos que elegir qué queremos “hacer” por el resto de nuestras vidas. Sin embargo, el sistema aún está diseñado para que así sea. Yo decidí estudiar psicología clínica y todavía recuerdo con mucho cariño los años en los que pensé que mi destino era tener un consultorio para atender niñas y niños, pero lo cierto es que la vida tenía otros planes para mí. Me alegra que así haya sido.
Cuando terminé mi pre-grado en la universidad, tuve la suerte de recibir una llamada de mi prima-hermana, diciéndome que en su trabajo necesitaban una psicóloga. Sabía que ella estaba feliz trabajando en un proyecto social que empezaba y tenía que ver con empoderamiento femenino. Sin dudarlo fui a la entrevista, y a las pocas semanas ya estaba trabajando en Laboratoria. En mi mente, este era un trabajo temporal mientras iba creciendo mi práctica clínica. ¡Qué equivocada estaba! Me uní cuando éramos un equipo de cinco personas y 14 egresadas en un país; y me fui cuando éramos un equipo de 150 y miles de egresadas en toda América Latina.
A lo largo de los años que trabajé en Laboratoria tuve la suerte de tener cerca a líderes que vieron mucho potencial en mí y me dieron la confianza de explorarlo. Estuve en el lugar correcto en el momento correcto, y así como Laboratoria creció, yo también lo hice. Un día me ofrecieron ser Country Manager de las operaciones en Perú. Esto implicaba tener a cargo a un equipo de más de 15 personas y ser responsable de nuestra estrategia y resultados. Yo tenía 25 años. Mirando atrás, ese fue el día en que tuve que decidir qué quería para el futuro de mi carrera.
Aunque parezca obvio, en ese momento para mí no lo era. Una parte de mí tenía mucho miedo de dejar ese cartón de egresada de psicología que me daba un título, una “profesión”. ¿Cómo podía ser yo Country Manager si no había estudiado administración? ¿Cómo una psicóloga podría tener un equipo de finanzas o de marketing a su cargo? ¿Qué pasaba si no me iba bien, o si finalmente no me gustaba y tenía que volver a la psicología? ¿Y qué implicaba esto para mi plan de vida?
Me tocaba decidir si quería aferrarme a ese plan inicial que tenía para mí - ese que había hecho cuando tenía 17 años - o si quería lanzarme a explorar un camino nuevo, aunque para ese no tenía una ruta trazada. Decidí hacer lo segundo. No fue fácil -las dudas y preguntas sobre mi presente y mi futuro me acompañaron por mucho tiempo (y por momentos aún lo hacen!)- pero ha sido un camino lleno de satisfacciones, en el que me he atrevido a seguir mi brújula interna, y poco a poco ir confiando cada vez más en mí.
Hoy reflexiono sobre lo importante que fue tener una serie de condiciones que me permitieron triunfar y seguir creciendo, y quiero compartir las más importantes:
Tener una mentalidad de crecimiento. Saber que puedo aprender algo, aunque me resulte difícil y requiera considerable esfuerzo de mi parte, ha sido crucial para mi carrera. No estaría donde estoy si no me hubiese atrevido a ponerme en la situación incómoda en la que muchas veces nos toca estar cuando estamos desarrollando nuevas habilidades. Durante mi MBA decidí hacer el certificado de Business Analytics sabiendo que me iba a ser muy difícil, pues las tareas de programación y análisis de datos no se me den de modo tan “natural”. Aún así me lancé a hacerlo porque mi mentalidad de crecimiento me permitió retarme a mí misma. Hoy no tendría el trabajo que tengo si no fuese por esa decisión.
Cambiar de dirección en el camino no significa fallarle a tu plan. Significa tener un nuevo plan, y al mismo tiempo, ser flexible y saber que en algún momento vendrán otras curvas. A lo largo de mis años de experiencia laboral he cambiado mi plan varias veces, pero siempre tengo uno. Aunque mi carrera no sea lineal, sí tiene una ruta, y soy yo quien la va creando. Para crecer cualquier carrera (sea más o menos tradicional), hay que ser intencional. Hay que tener un norte. En mi trayectoria he tenido tanto oportunidades inesperadas como auto-generadas, pero siempre he sido intencional al momento de decidir si tomarlas o no.
Es necesario tener claro el siguiente paso y qué necesitamos para alcanzarlo. Una carrera no lineal implica hacer “pivots” (cambios de ruta) importantes en el camino. Para tener éxito en ellos, es clave tener una visión (un norte claro), y también un “programa” táctico que nos ayude a acercarnos a la meta. En mi caso, luego de trabajar algunos años en Laboratoria, definí que mi norte era ser parte de una empresa grande de tecnología, en un rol donde pudiese tener responsabilidades estratégicas pero también meter las manos en la masa, y donde pudiese seguir desarrollando nuevos skills. Para lograrlo me di cuenta que lo que funcionaba mejor para mí era hacer un MBA con foco en business analytics para así llegar al “mínimo umbral” técnico para ser considerada como candidata en los roles que quería. Aquí también resalto que para un pivot no se necesita saber todo. Solo necesitas pasar ese umbral técnico y luego continuar aprendiendo y hacer un buen trabajo para poder seguir creciendo.
Hacer las paces con nuestra “impostora”. Todas las veces que me lancé a hacer algo nuevo o tuve un nuevo rol, el síndrome del impostor me acompañó de modo muy presente. En algún momento me di cuenta que no era sostenible la ansiedad que me generaba. A la vez, tampoco veía posible “deshacerme” de el, pues realmente estaba en una zona de aprendizaje y de incomodidad. Fue entonces cuando decidí mirar esa inseguridad en mí de una manera distinta, y transformarla en una presión saludable por demostrarme a mí misma y al resto que sí puedo. No es algo que recomendaría a todo el mundo, pero ha tenido un impacto enorme en mí. Hoy empiezo por reconocer que el síndrome de la impostora me está acompañando. Luego intento diagnosticar qué es lo que me está causando inseguridad, y finalmente qué necesito lograr para sentirme más segura (y hacer un plan con un tiempo determinado para alcanzar esos objetivos). Por supuesto que preferiría no sentirme una “impostora”, pero dado que sé que voy a sentirme así, decido usar a esta “impostora” a mi favor, hasta demostrarme a mí misma que no la necesito. Hoy veo el síndrome del impostor como una etapa transitoria cuando asumo nuevos retos, y entonces me recuerdo que como todo en esta vida, es pasajero.
Buscar mentores y referentes que nos inspiren y demuestren los caminos posibles
Una de las cosas que más me ayudó fue conectar con personas que estaban en el rol o lugar al que yo quería llegar. Aprender de su experiencia me permitió validar si ese rol era lo que yo me había imaginado, y entender qué habían hecho para llegar hasta ahí y así tener más claro qué tenía que hacer yo. Cuando decidí que quería hacer un MBA, tuve decenas de reuniones con personas que habían pasado por esta experiencia y con todo cariño me dieron una hora de su tiempo. Cuando me enfoqué en entrar a trabajar a una big tech, busqué en todas mis redes conexiones que me pudiesen dar guía. Si bien no es fácil buscar el consejo de personas que casi no conocemos, es increíble como a veces solo hay que atrevernos a pedirlo para que nos abran las puertas. Aprendí mucho de sus procesos y decisiones y por eso hoy intento darme el tiempo para hacer lo mismo por otras personas.
Como dije al inicio, cuando me preguntan cuál es mi profesión todavía dudo qué responder, pero de lo que no tengo dudas es de lo satisfecha que me siento con mi carrera y trayectoria profesional. Aunque no sea ni lineal ni tradicional, está llena de propósito porque he seguido mi brújula interna, y eso vale mucho. Espero que estas reflexiones lleguen a quienes necesitan ese empujoncito para atreverse a tomar una nueva dirección, a renovarse, y a perder el miedo a cambiar el rumbo.
Un abrazo,
Maria Paula
Inspiradora historia, espero que yo también pueda tomar pivots como tú y crecer profesionalmente en una carrera en la que me siento estancada la verdad...