Sobre el rol de las finanzas en nuestras decisiones de carrera
Y por qué hay que aprender a sentirnos cómodas con ellas.
Por muchos años no me sentí muy cómoda con darle demasiada importancia al dinero en mi vida. Tal vez porque siempre quise dedicarme al mundo del impacto social, donde hay cierto prejuicio respecto a la importancia del dinero y las remuneraciones competitivas, no tomé mis primeras decisiones de carrera pensando en cuánto ganaría. Sin embargo, con el paso del tiempo y el crecimiento de mi familia, mis finanzas personales empezaron a cobrar un rol más importante. En los últimos años siento que me he empezado a empoderar de alguna forma sobre mi realidad y futuro financiero, y si bien es un tema que aún no me resulta tan natural, he aprendido a sentirme un poco más cómoda en el camino.
Conversando más transparentemente con amigas a lo largo de los últimos años me he dado cuenta que no soy la única, y las estadísticas solo lo confirman. Las mujeres históricamente hemos tenido mucho menos dinero porque nos hemos encargado de la gran mayoría del trabajo no remunerado, entrando al mercado en menor medida y creciendo en él de manera más lenta. Incluso estando en el mercado laboral, hay una brecha salarial y de patrimonio importante. Según un estudio del Foro Económico Mundial, al final de una carrera laboral similar, las mujeres terminamos con solo el 74% del patrimonio que los hombres.
A mi, por ejemplo, me costó mucho entender que debía cobrar por mi tiempo en ciertos espacios que lo ameritaban. Conversando con una amiga emprendedora que se ha sentido igual, nos preguntamos por qué. ¿Será que al crecer en una sociedad machista, inconscientemente sentimos que nuestro tiempo vale menos? ¿Que no está bien visto que las mujeres, muchas madres y responsables de nuestros hogares, aspiremos a salarios ambiciosos? ¿Que la vergüenza que a veces sentimos al cobrar más tiene que ver con no reconocer aún lo que valemos?
Son muchas las razones detrás de por qué algunas nos sentimos así, pero la realidad es que si queremos progreso en la equidad de género, necesitamos avanzar también hacia la paridad salarial. Las mujeres merecemos independencia económica. No sólo tener un buen salario sino también la posibilidad de invertir para ir generando un patrimonio que nos sostenga en el futuro. Merecemos la tranquilidad que da saber que puedes proveer para tí, invertir en tí misma, y cuidar de aquellas personas que quieras.
Avanzar en este camino me ha tomado muchísima reflexión. Hoy quiero compartir con ustedes algunas perspectivas que me han ayudado a recorrerlo.
La primera es pensar en nuestras finanzas como un juego de largo plazo. Nadie llega a construir una base financiera sólida de un día al otro, pero el sistema falla en enseñarnos que es algo que tenemos que tener presente desde el comienzo. Nuestros aprendizajes, nuestro progreso profesional, y también nuestra situación financiera es finalmente producto de lo que vamos construyendo encima de lo anterior con cada paso. Un primer buen trabajo me llevará a uno mejor después. Una buena cultura de ahorro me permitirá ir creciendo mi patrimonio. Una habilidad pertinente en el mercado suma a mi perfil para hacerme más competitiva en el próximo reto. A mi me hubiese gustado entender mejor desde un inicio que cada una de mis decisiones era parte de mi futuro financiero. Hay que considerar esto temprano en el camino porque no queremos llegar a la mitad de nuestras carreras y arrepentirnos (¡aunque siempre hay oportunidades para reinventarnos!).
La segunda es reconocer que la importancia que le damos al dinero no tiene que ser la misma a lo largo de nuestras carreras. Nuestras necesidades económicas son distintas en cada etapa, lo que nos permite dar una distinta prioridad a las finanzas versus otros factores. Pienso, por ejemplo, que si estás en los primeros años de carrera y tienes una oferta de trabajo que cubre tus gastos y donde aprenderás muchísimo, y otra que te permite ahorrar pero donde el aprendizaje será menor, vale la pena ir por la primera. Tal vez más adelante, con una familia que mantener, prioricemos trabajar en una industria mejor remunerada porque en ese momento es lo que nos hace sentido.
La tercera, comprender que priorizar nuestro futuro financiero es responsabilidad nuestra y de nadie más, y tenemos que poder sentirnos orgullosas de hacerlo. Para mi ha sido importante entender que empezar a dar mayor prioridad a mis finanzas es parte también de empoderarme como mujer y profesional. Es libertad. No es la principal guía de mis acciones pero si es parte de la ecuación, y estoy aprendiendo a sentirme cómoda con ello.
Espero que estas perspectivas les sumen. Son temas a veces tabú en la travesía de crecer profesionalmente, y creo que hay valor en conversarlos en comunidad y con transparencia.
Un abrazo,
Mariana
PD. El próximo 17 de abril tendremos un evento en Laboratoria+ con la crack de Francisca Lanusse sobre cómo negociar tu salario. Es una habilidad que todas deberíamos construir. Se pueden registrar aquí, ¡las esperamos!
Gracias Mariana por esa excelente reflexión, me ha dado cuenta de eso , después que empiece el bootcamp y me vida empezó a mejorar. Gracias!