Sobre adaptarnos y ser auténticas
Y las reflexiones de una conversación con mujeres que inspiran
El martes 22 comienza nuestro programa Liderando Equipos en Laboratoria+, dirigido a mujeres managers que quieran convertirse en la mejor líder que pueden ser para sus equipos. Nos quedan un par de cupos hasta el lunes. Te invitamos a descubrir una experiencia de aprendizaje increíble en comunidad.
Anoche en Laboratoria+ tuvimos un evento muy especial para hablar sobre nuestro crecimiento profesional como líderes de equipo. En un momento, una participante hizo una intervención que abrió el espacio a una conversación interesante:
Trabajé muchos años en minería, una industria dominada por hombres - explicó. En ese entorno me di cuenta que las pocas mujeres que crecen a roles de mayor liderazgo terminan masculinizándose también. ¿Qué podemos hacer para que esto no suceda?
Esta pregunta nos llevó a reflexionar sobre cómo estereotípicamente, hay distintos comportamientos que asociamos al género, y esto se refleja también en el mundo del trabajo. La idea de que las mujeres somos más suaves, más empáticas, más volcadas a las personas, por ejemplo. O que los hombres son más firmes, más exigentes, y es aceptable que levanten la voz. Esto no sorprende cuando reconocemos que nos hemos formado en entornos que desde la infancia tienen ciertas expectativas de cómo debemos ser dependiendo de nuestro sexo.
Estas expectativas nos acompañan toda la vida, y también toda nuestra carrera profesional. En un mundo corporativo en el que originalmente las mujeres no teníamos presencia, la figura de qué significa ser líder se forjó a partir de rasgos tradicionalmente asociados a lo masculino. El líder firme, imponente, tajante. Seguro más de una aquí ha vivido en carne propia el sentirse incómoda mostrando algunas partes de quién es más abiertamente en el trabajo, porque no calzan con la figura que se tiene del liderazgo a cierto nivel. ¿Se puede ser líder y abiertamente sensible a la vez, por ejemplo?
¿Qué pasa cuando hoy en día, una mujer llega a un entorno dónde es la única distinta? Pues efectivamente, como bien explicó nuestra ponente Mía, muchas veces hemos tenido que adaptar nuestras formas para encajar. Especialmente en generaciones anteriores a la mía, dónde las mujeres en roles de liderazgo en todas las industrias eran prácticamente una anomalía. Ellas tuvieron que encontrar estrategias para que no se les considerara menos por sus diferencias.
Vestimentas más masculinas, tonos de voz más altos, tal vez una coraza que en otros entornos no llevaban. Hoy, en industrias donde todavía somos una minoría, puede que esto aún suceda. ¿Es algo que debemos juzgar como malo? Me marcó mucho cuando Mía puso sobre la mesa con mucha claridad que no. De hecho es gracias a aquellas mujeres que fueron y son minoría en sus industrias que se abre camino para que muchas más sigamos un recorrido ya pavimentado.
Me quedé pensando que en todos los aspectos de la vida, cuando somos distintas a la mayoría, las personas adaptamos nuestros comportamientos de manera inconsciente para sentirnos parte. ¿Quién no ha cambiado alguna vez su forma de vestir para pertenecer a un grupo? ¿Su forma de hablar? ¿Hasta sus gustos? Somos seres humanos, y adaptarnos al grupo es parte fundamental de sobrevivir.
A pesar de que es entendible por qué nos adaptamos, no deja de ser triste reconocer que tantas veces, las mujeres (y mucho más incluso otras minorías) debemos cambiar quienes somos para encajar en un mundo roto.
Tenemos que seguir trabajando para cambiar esta realidad. Un primer paso es construir culturas de trabajo que acojan a todas las personas en su integridad. Entornos donde podamos simplemente ser. Ser lo que somos, con nuestros gustos, con nuestras historias de vida, nuestros contextos diversos.
Solo así podremos crear un futuro donde no tengamos que estar continuamente probando nuestro valor. Sólo así podremos construir culturas donde las personas seamos auténticas, y agreguemos valor a partir de esa autenticidad.
Hay algo más que podemos hacer que me llevo de ayer: vivir la sororidad. No critiquemos a las que tuvieron que adaptarse. No juzguemos las diferencias de las que se atrevieron a ser sí mismas. Ejerzamos una solidaridad en la que nos acompañamos a seguir derribando barreras y en la que todas podamos llegar más lejos.
No dejen de ver la grabación del evento aquí. Fue muy especial.
Un abrazo,
Mariana