Redefiniendo nuestra historia
Y la importancia de construir narrativas más generosas con nosotras mismas
La Travesía de hoy la escribe Claudia Cafferatta, mujer y líder que admiramos mucho en Laboratoria+. Es una de nuestras mentoras más queridas y en junio estará dictando un curso para acompañarnos a encontrar ese propósito profesional que nos ayude a construir la carrera que queremos.
La Impostora
Por muchos años elegí no contar que cuando salí del colegio, no pude ir a una universidad como la mayoría de mis compañeras. Yo quería ser arquitecta pero solo tuve la posibilidad de hacer un programa de secretariado. Era lo que mi familia podía pagar.
Pasé años de mi vida ocultando mi historia porque sentía que no era una historia “como la de todas”. Mucho menos una historia lo suficientemente interesante como para sentirme orgullosa. Tantos comentarios minimizaron el camino que me había tocado que llegué a sentir vergüenza de ser distinta.
Vivía con una sensación de vacío que no me permitía disfrutar de mis logros ni reconocer mis talentos porque algo en mí me repetía que no era tan inteligente como quienes estaban mejor preparados que yo.
Tras años de trabajar como asistente de gerencia en varias organizaciones, un día me invitaron a postular a P&G, una de las empresas más grandes del mundo con uno de los procesos de reclutamiento más exigentes del mercado. Logré el puesto, pero pasé años sintiendo que mi contratación fue pura casualidad. Gané múltiples reconocimientos, fui promovida varias veces pero a pesar de parecer una persona muy segura, por dentro estaba convencida que aquello se debía a que tenía la suerte de ser parte de equipos con gente más inteligente que yo. No podía ser el resultado de mi propio talento.
Soñar con algo más grande me era imposible en esos tiempos. Pensaba que en cualquier momento se darían cuenta que no merecía ser parte de una empresa tan importante al no tener las habilidades necesarias para ser exitosa. Lo mejor era no aspirar a más porque lo que venía logrando ya era bastante dada mi historia.
Por demasiado tiempo me sentí una impostora en todos mis roles profesionales, sociales y personales. Buscaba complacer permanentemente a los demás. No sabía decir que no. Me ofrecía para ayudar a todos, respondía llamadas a cualquier hora del día y no me alcanzaban las horas para cumplir con cada persona que llegaba a mí por alguna razón. Vivía para hacer felices a los demás. Me convencí de que tenía que mostrarme siempre fuerte para encajar en la sociedad. Tenía que ser autosuficiente y demostrar que no necesitaba ayuda. Procurar estar siempre sonriente para agradar. Seguir avanzando sin mucho alboroto para que nadie se diera cuenta.
La realidad es que cada día me sentía menos libre y más atrapada en una vida que desde afuera se veía llena, pero se sentía dolorosamente vacía. Mirando atrás, no me explico cómo sobreviví 16 años así.
El Despertar
Vivir envuelta en un constante ataque interno por sentir que no hacía ni era lo suficiente me llevó a acumular 7 enfermedades autoinmunes y a querer escapar de mi realidad. Perdí mi identidad. Se fueron derrumbando mis ganas de querer mostrarme fuerte y eso me obligó a empezar un viaje hacia mi vulnerabilidad.
A todas nos han pasado cosas. A todas nos han dicho cosas que no nos han gustado y a pesar de eso, les hemos dado el poder de definirnos. A todas la vida nos ha sorprendido, nos ha alegrado, nos ha retado, nos ha golpeado y más de una vez nos ha cambiado los planes.
Todas tenemos una historia, ¿pero alguna vez te frenaste a pensar cuál es la que te cuentas a ti misma sobre tu vida?
Esa historia que nos contamos sobre nosotras cada mañana cuando nos vemos al espejo, cuando enfrentamos alguna nueva situación, cuando nos presentamos ante alguna nueva persona o encaramos algún nuevo reto es la que marca el destino de nuestra vida. Esa historia es la que nos puede hacer creer que nunca lograremos algo porque ni siquiera lo merecemos, o que somos invencibles y podemos alcanzar cualquier cosa.
Nuestra mente tiene la capacidad de hacernos creer absolutamente todo lo que nos decimos. ¿Pero qué nos dice la mayor parte del tiempo? ¿Que no somos lo suficientemente buenas, lindas o delgadas? ¿Que no merecemos el trabajo que tenemos o el ascenso que más deseamos porque alguien más lo haría mucho mejor que nosotras?
Maria Estape, famosa psiquiatra a quien admiro mucho, explica que el 90% de las cosas que nos preocupan jamás suceden y aún así, nuestra mente se las cree alejándonos de la posibilidad de atrevernos a más. Tenemos tan insertado el “qué dirán” que nos hace vivir permanentemente pendientes de si estamos haciendo lo mismo que los demás para sentir que pertenecemos a una “normalidad” que no solo no es real, si no que además apaga por completo nuestra única e incomparable esencia: nuestra autenticidad.
El día que aprendí a reinterpretar mi historia, mi vida empezó a cambiar. Me atreví a reconocer que tengo una capacidad increíble para aprender cosas nuevas y reinventarme las veces que sean necesarias. A entender que hice una gran carrera en una de las compañías más relevantes del mundo gracias a mi criterio, mi creatividad y mi actitud por querer ser siempre un agente de cambio para hacer que las cosas pasen. Si bien me tomó tiempo descubrir todo mi potencial, ahora que soy consciente de ello quiero ayudar a más personas a que lo descubran mientras diseño una nueva vida para mí. Aprendí que puedo pedir ayuda cuando lo necesite, que no sé todas las respuestas y aún así soy inteligente, creativa y única.
Todas merecemos narrar nuestra historia de manera más generosa con nosotras mismas. Les dejo algunos consejos que me ayudaron en este camino.
Primero, sentémonos a analizar cuál es la historia que nos venimos contando sobre nosotras mismas. Analicemos cuántas de las cosas que nos decimos son ciertas. Si descubrimos que muchas son negativas y no tienen evidencia, reemplacémoslas por cosas positivas que nos impulsen, motiven y enorgullezcan. Y si no tenemos tanta claridad, atrevámonos a buscarla en otras personas cercanas que puedan ayudarnos a confirmar si lo que creemos sobre nosotras mismas es cierto.
Segundo, practiquemos la autocompasión para validar nuestras propias emociones pues solo nosotras sabemos cómo nos sentimos respecto a distintas situaciones y somos las únicas capaces de encontrar las palabras que nos animen a sentirnos mejor. Cuidemos nuestros diálogo interno.
Tercero, pongámonos como prioridad y empecemos a complacer nuestras necesidades antes que las de los demás. Aprendamos a establecer límites saludables en todas nuestras relaciones.
Cuarto, aprendamos a apoyarnos en nuestro círculo. Está bien pedir ayuda, está bien no saberlo todo y está bien saber que si bien podemos lograrlo todo, no necesariamente podemos con ese todo a la vez. Abracemos nuestra vulnerabilidad.
Finalmente, si sentimos que nuestra historia es muy pesada para nosotras, reconozcamos que no tenemos por qué cambiarla solas y busquemos ayuda de un profesional. La terapia es un regalo para aprender a vivir más livianas.
Cada día es una oportunidad para replantear nuestra historia, para mejorarla, transformarla y honrar lo que hemos sido para perseguir lo que queremos ser.
¿Cuál es la historia que a partir de ahora te quieres contar sobre ti?
Espero que esta reflexión las inspire a imaginar la propia,
Claudia
Gracias mi Caffe! Te quiero y admiro desde siempre! Te puedo asegurar que desde que ingresaste a P&G todo lo lograste por tu talento y profesionalismo! Besos y abrazos!
Hola Claudia, me encantó tu historia, y me identifico con varias de las cosas que cuentas.
Quisiera hacerte un comentario respetuosamente: tienes un error en el nombre de la psiquiatra que referencias, no es María Estape sino Marian Rojas Estapé, y me encantó que la nombraras porque es fantástica.
Gracias por compartir.