Privilegios, liderazgo y responsabilidad
Una reflexión sobre el reconocimiento de los privilegios y lo que implican en una América Latina con tantas brechas por cerrar.
Esta semana mi país se encuentra pasando por una situación desoladora. La crecida de diversos ríos ha arrasado con pueblos enteros, dejando a miles de personas en las calles en inmensa vulnerabilidad. Si miramos un poco más allá de esta semana, venimos de años difíciles. Una pandemia que causó muerte y pobreza; una crisis política que no termina y un Estado incapaz de garantizar derechos básicos a su población.
Si bien cada país tiene sus sabores propios, todos en América Latina compartimos retos de trasfondo similares. La desigualdad, la falta de oportunidades, el racismo y machismo son algunas de las realidades con las que convivimos todos los días. Ante estas, muchas veces me he hecho la pregunta de qué me corresponde a mí como mujer profesional y privilegiada en este contexto.
¿Son válidas mis aspiraciones profesionales cuando tantísimas mujeres no pueden plantearse una carrera porque no pudieron acceder a educación de calidad? ¿Cómo concilio aspirar a mayor liderazgo cuando para la mayoría de mujeres este camino es infinitamente más difícil simplemente por cómo se ven o de dónde vienen? ¿Qué significa tener cada vez mejores oportunidades para mí, cuando para tantas otras el empleo informal es la única realidad posible?
Son preguntas incómodas y difíciles, pero creo que para quienes hemos avanzando en nuestras carreras y estamos hoy en espacios de liderazgo, es fundamental hacerlas. A mi me ayudan a recordar que al menos en mi país, mi vida de mujer profesional es distinta a la de la mayoría de mujeres. Es más fácil. Más viable. Más posible.
Con esto no quiero decir que no me haya esforzado o desmerecer mis logros - los reconozco y los valoro. Sin embargo, soy plenamente consciente que muchas cosas de las que me han permitido estar donde estoy hoy son consecuencia directa de mis privilegios.
Somos muchas las que nos sentimos incómodas con este contraste agudo. Si bien cambiar estas realidades nos trasciende por mucho, hoy quería compartir algunas reflexiones que me ayudan a batallar contra la desesperanza y a no perder la perspectiva.
La primera, recordar que a más avancemos en nuestras carreras e integremos espacios de mayor influencia, más posibilidades tenemos de traer temas pertinentes a la mesa e impulsar agendas que consideren estas realidades. Hace poco, por ejemplo, estuve en un almuerzo de mujeres ejecutivas en roles de liderazgo. Todas mujeres en Directorios, en Gerencias Generales, en Ministerios, entre otros. Conversamos sobre cómo seguir siendo voces en favor de la equidad de género y la diversidad en nuestros entornos. Sin embargo, también reconocimos que en un país como el nuestro, donde más del 70% de las mujeres son parte de la economía informal, tenemos que ir más allá.
Necesitamos, por ejemplo, que menos mujeres abandonen sus carreras después de tener hijos, y a la vez, pensar en soluciones para todas aquellas que ni siquiera se pueden dar el lujo de pensar en una licencia de maternidad al no tener un contrato fijo. Necesitamos a más mujeres en Directorios y a la vez, pensar en soluciones para las que no pueden sostener un empleo por falta de opciones de cuidado para sus hijos. Ambas agendas son fundamentales y aunque una nos toque más directamente que la otra, creo que tenemos una responsabilidad en impulsar ambas.
Esto me lleva a la segunda reflexión, que es recordar que mi voz no es la voz de tantas otras mujeres porque nuestras experiencias de vida en países como los nuestros son radicalmente distintas. Aquellas que empezamos a tener un espacio de interlocución debemos abrir caminos para otras perspectivas. Por eso la diversidad es tan importante, y no sólo la de género. Si queremos cambiar los problemas de trasfondo en las sociedades de América Latina, debemos abrir espacio para que voces de distintos caminos puedan impulsar el cambio.
No solemos hablar de nuestro crecimiento profesional en el contexto de los retos que enfrentan nuestros países pero para mi, esta es una conversación necesaria. Avanzar en nuestro liderazgo e influencia implica también una responsabilidad con la sociedad. Entender cómo ejercerla será toda una travesía, pero podemos partir con la apertura a reflexionar, cuestionarnos, y aprender juntas.
Un abrazo,
Mariana
PD. El próximo martes 21 tendremos una sesión informativa para compartir más sobre Laboratoria+. ¡Quedan todas bienvenidas a sumarse!
Gran reflexión. Qué importante es hacernos estas preguntas duras e incómodas. Me quedo con esto: "reconocer y valorar nuestros logros, pero ser consciente que son consecuencia directa de mis privilegios". Mucha admiración para ti y tu liderazgo :)