No basta con creértela
La confianza en nosotras mismas es muy importante, pero necesitamos más que eso para construir la carrera que queremos.
La Travesía de hoy llega gracias a María Paz Oliva, con quien tenemos el lujo de contar como mentora en la membresía de Laboratoria+ 💖
“Tienes que creértela.” Lo he escuchado tantas veces que se siente casi vacío. Un consejo bienintencionado, pero que, en la práctica, no necesariamente ofrece una verdadera guía. ¿Qué significa realmente “creértela”? Claro, implica confiar en nuestras capacidades, pero ¿qué tan sencillo es esto cuando el contexto es nuevo, incierto o desafiante? ¿Cuando entras a una reunión y eres la persona más joven, la única mujer, el extranjero, o simplemente alguien que aún no ha "probado" su capacidad?
Desde muy chica me ha acompañado la sensación de estar en espacios donde parezco no encajar. Luego de graduarme de la universidad, comencé a trabajar como consultora en la firma en la que venía practicando. A mis 22 años, me encontraba sentada en reuniones con gerentes generales y miembros de directorios, siendo, sin excepción, la menor de la sala. En ese momento no dimensionaba lo inusual de la situación ni lo afortunada que era de poder aprender de líderes con tanta trayectoria. Tampoco entendía del todo lo que realmente implicaban los “tienes que creértela” que, con la mejor intención, me decían mis amigos.
Poco después, inicié mi camino en banca —un camino que aún continúo recorriendo— con muchas ganas de aprender, pero también con muchas dudas. No tenía experiencia en el sector y cuestionaba mi propia capacidad de aportar en un entorno tan dinámico y competitivo. Una vez más, me vi en mesas donde se tomaban decisiones estratégicas, rodeada de vicepresidentes, ejecutivos de la casa matriz y el gerente general. Y, aunque la oportunidad era enorme, no dejaba de preguntarme si realmente era la persona correcta para liderar proyectos clave, defender ideas frente a equipos con mucha más experiencia y participar en decisiones con impacto real en el negocio.
En esos momentos de incertidumbre, me aferré a lo que sí sabía hacer. Comunicar ideas con claridad, estructurar soluciones a problemas complejos, analizar información con rapidez y hacer las preguntas correctas. Me apoyé en mi capacidad de aprender rápido y de adaptarme a entornos cambiantes. Entendí que, aunque no tenía todas las respuestas, sí tenía herramientas valiosas para poder aportar.
Además, tuve la suerte de trabajar con líderes que confiaron en mí antes de que yo misma lo hiciera. Personas que, a pesar de mi corta experiencia, escucharon mis ideas y me impulsaron a asumir mayores responsabilidades. Recuerdo una reunión clave en la que presenté una propuesta para expandir nuestra participación en un segmento estratégico del banco. Era un equipo senior, y yo, con poco tiempo en la posición, me preguntaba si realmente mi voz tendría peso en la conversación. Para mi sorpresa, uno de los líderes más experimentados no solo validó mi análisis, sino que me pidió que los acompañara a presentar la propuesta al gerente general y luego liderara parte de su implementación. Ese voto de confianza hizo toda la diferencia.
Con el tiempo, entendí que, muchas veces, recordar quién ha creído en nosotras es lo único que necesitamos para atrevernos a dar el siguiente paso y empezar a “creérnosla”.
Más adelante, llegó un reto aún mayor: mudarme a México. No solo era un nuevo país y una nueva empresa, sino que esta vez tenía que liderar un equipo cuyos integrantes eran mayores que yo. No bastaba con la confianza interna que había ido consolidando con la experiencia - esta vez, tenía que construir mi credibilidad desde cero. Rápidamente entendí que liderar no es cuestión de saberlo todo, sino de escuchar, de generar confianza con coherencia y de demostrar con hechos, no con palabras, que realmente estás ahí para aportar y apoyar a tu equipo.
Cada cambio en mi carrera me ha empujado fuera de mi zona de confort. Y ahora, en Estados Unidos, me encuentro nuevamente en un entorno donde nadie conoce mi historia ni mis logros previos. Un nuevo país, otro idioma, otra cultura laboral. En muchos sentidos, es volver a empezar. Pero con la ventaja de haber aprendido que la seguridad en una misma es importante, pero que por sí sola, no basta.
Cuando nos enfrentamos a lo desconocido —un nuevo rol, un equipo distinto, un entorno profesional donde nadie conoce nuestro historial—, el reto no es solo interno. “Creértela” implica encontrar un delicado equilibrio: fortalecer nuestra confianza personal mientras construimos credibilidad externa. Pero este proceso no ocurre de la noche a la mañana. Es un ejercicio continuo de acción, reflexión y aprendizaje (de hecho hace un tiempo escribimos un post en este newsletter justo sobre esto).
Hoy les quiero compartir algunas herramientas que me han ayudado a transitar este camino de manera auténtica.
Revisitando nuestras fortalezas. Preguntémonos qué habilidades, valores y experiencias han marcado la diferencia en nuestra trayectoria. No se trata de replicar fórmulas del pasado, sino de adaptarlas al presente. Confiemos en lo que sabemos hacer, pero seamos flexibles para aprender lo que aún desconocemos.
Rompiendo el mito del camino único. No existe una sola receta para avanzar. Es fácil caer en comparaciones o en la presión de encajar en ciertas expectativas, pero el verdadero crecimiento viene de encontrar nuestro propio ritmo y definir qué significa el éxito para nosotras.
Escuchando para crecer. Rodéate de personas que admiras y que puedan ofrecerte perspectivas distintas. Aprender a pedir consejo, no como una señal de inseguridad, sino como una oportunidad para crecer, hace toda la diferencia.
Reconociendo el voto de confianza. Si hoy enfrentamos un nuevo desafío, es muy probablemente porque ya hemos demostrado nuestra capacidad en el pasado. Alguien confió en nosotras, y ese respaldo no es casualidad. A veces, recordar eso es suficiente para superar nuestras dudas.
Construyendo credibilidad desde la coherencia. La confianza de los demás no se gana con discursos, sino con acciones consistentes. Ser genuinas, demostrar interés por nuestro equipo y trabajar con integridad son las bases para generar confianza real.
Así que sí, hay que “creérsela”, pero no como un mantra vacío, sino como una elección diaria. Una elección que requiere coraje para mirarnos con honestidad, confiar en lo que sabemos, reconocer lo que aún no y avanzar con propósito. Porque lo que realmente nos define y nos diferencia no es sentirnos seguras ni tener todas las respuestas, sino la capacidad de seguir adelante, incluso cuando todavía no nos sentimos listas.
Un abrazo,
Paz
Justamente para hablar de cómo ser las arquitectas de nuestras carreras profesionales, el próximo jueves 27 de febrero tenemos un conversatorio abierto y gratuito con Blanca Juana Gómez Morera, Directora General de LLYC en México, ex-CEO del Grupo Expansión, y una de las líderes más reconocidas en la industria de los medios en América Latina. Te esperamos, y no te olvides de compartir la invitación a las mujeres de tu vida 💕.