Diciembre ha sido un mes increíble en la membresía de Laboratoria+ y decidimos sacar una promoción especial para celebrarlo. Las esperamos este 2025 para redefinir lo que quieren lograr en sus carreras y vidas, y construir las habilidades y las relaciones que lo harán posible. Sólo hasta fin de mes nuestra membresía anual baja a $299 (lo que equivale a $25 por mes) 🎉. Como me dijo hace poco una de nuestras members, “es la mejor inversión que he hecho mi en mucho tiempo”. Van a ser felices en esta comunidad 💞.
Cada año, por estas fechas, me gusta sentarme a pensar un poco en las lecciones que me dejan los 365 días que se van. Un año es un cierre ficticio - realmente nada trascendental cambia el primero de enero - pero lo veo siempre como una oportunidad de realinearme y reconectarme con eso que realmente quiero y que durante la locura del año, suelo aplastar bajo eternas listas de quehaceres. Es una época para intentar escuchar con más atención a mi voz interior. ¿Qué me hizo feliz? ¿Qué me dolió? ¿De qué maneras he sido la persona que aspiro a ser cada día, y en qué otras he fallado? Más allá de si cumplí o no con mis metas concretas, estas son las preguntas con las que me gusta sentarme por un café cada diciembre.
Este 2024 me deja muchas lecciones valiosas, y hoy quiero compartir algunas de las más significativas que quiero que me acompañen de cerca el 2025. Las invito a inspirarse en ellas para reflexionar sobre sus propios aprendizajes y recibir el nuevo año con la fortaleza que nos da reconocernos más sabias que antes.
La primera, quiero aspirar a transitar la vida desde el amor.
Hace poco escuchaba un podcast que hablaba de dos mentalidades desde las que solemos enfrentar nuestros días: la del amor, y la del miedo. En la primera estamos abiertas a dar, a ser más nosotras mismas, a recibir. En la segunda, estamos cerradas, dolidas, inconformes. Las dos conviven en todas nosotras, pero una vida donde predomina nuestra mirada de amor sin duda será una mejor vida. Este año no he estado ahí tanto como quisiera. El peso de tener tres hijos pequeños, cada uno con sus necesidades, se ha sentido inmenso en mis hombros. Ha sido difícil mantener siempre el cariño en mi matrimonio y cuidar mi paciencia. Más de una vez me he encontrado queriendo escapar. Tampoco me juzgo, creo que hay etapas en la vida en las que las cosas son desafiantes y es inevitable caer en ese espacio. Sin embargo, mi aspiración es ser más consciente de ello, y practicar ser más agradecida con la vida que tengo. Como dice una frase que amo e intento recordar siempre, hay que aprender a amar lo que es, no lo que pudo haber sido o lo que debería ser.
La segunda, quiero atreverme a pedir aquello que quiero de manera más presente.
La semana pasada, en el cierre del Laboratoria+ Connect, el evento hermoso que tuvimos reuniendo a más de 300 mujeres en Lima, hicimos una dinámica que me impactó de manera profunda. Cheska, querida mentora en nuestra comunidad, le pidió a algunas mujeres que se atrevieran a compartir con todo el auditorio lo que quieren lograr el próximo año, enunciándolo como si fuera ya una realidad.
“Es el 2025 y he logrado llegar a más de 50 colegios públicos construyendo habilidades de innovación en niños de primaria”, dijo Wendy, que recientemente empezó un proyecto que busca justamente esto.
“Es el 2025 y he publicado el primer libro para enseñar a mujeres en América Latina a invertir en la bolsa”, dijo Truelany, que lidera The Money Tribe con precisamente ese objetivo.
Tras cada visión, todas aplaudimos con muchísimas fuerzas y energía para apoyarlas. Fue hermoso, y para mí, un primer acercamiento a esa palabra que tantas veces he juzgado por ser muy “woo woo”: manifestar. Atrevernos a visualizar y decir aquello que realmente queremos, que tantas veces guardamos y nos resistimos a compartir por el miedo a no cumplirlo. Hay muchas cosas que quiero lograr en los próximos años. Varios son deseos que han permanecido bien guardados en una esquina de mi corazón y este 2025 me quiero atrever a imaginarlos.
La tercera, que ha ido tomando fuerza en mi con cada nuevo año de vida, es aceptar que mi realidad depende de mi.
De mi mentalidad y mis acciones. De lo que decido darle a los demás. De cómo me quiero sentir y qué hábitos construyo para hacerlo posible. Cada vez estoy más convencida que la felicidad es una decisión que tomamos cada día. Hay días en los que es inmensamente difícil tomarla. Es más fácil ver todo lo que no funciona, lo que no es como quisiéramos, lo que nos falta. Pero la felicidad no equivale a que nuestros días sean perfectos, sin malos ratos ni problemas. Eso no sería vida. Para mí, ser feliz es poder tener un día a día en el que soy capaz de disfrutar de las cosas pequeñas - los abrazos de mis hijos, la vista del mar, mi café de la mañana. Un día a día en el que siento que puedo hacer una diferencia, así sea pequeña, para alguien más. Una sesión de mentoría en Laboratoria+, una reunión en la que me siento conectada con mi equipo, risas en mi casa. Un sentimiento de amor y orgullo por quién soy. Todo esto no es una realidad determinada del mundo. Es, en gran medida, lo que yo decido crear. Recordarlo me hace fuerte, y a ustedes también.
Un abrazo muy grande para estos últimos días del año. Que sus reflexiones las hagan grandes y que podamos seguir acompañándonos aquí este 2025.
Mariana