La Travesía de hoy la escribe la gran Steph Hoyle, Directora de Marketing en Laboratoria+
Vivimos en una época donde ser productivos parece ser el único camino al éxito. Cada minuto cuenta, cada tarea debe completarse, y la sensación de "estar ocupadas" se convierte en una medalla de honor. Ahora que estamos iniciando un nuevo año - una época en la que todas reflexionamos sobre lo que queremos lograr - esta presión por ser productivas puede sentirse aún más presente.
Nuestra obsesión con la productividad no solo define cómo medimos el éxito, sino también impacta de manera particular a las mujeres que buscamos liderar y crecer en nuestras carreras. Nos enfrenta al peso de demostrar nuestro valor constantemente a través de resultados visibles, muchas veces a costa de nuestro propio bienestar.
En mi experiencia, he visto y sigo viendo esta lucha constantemente. Mujeres talentosas que llegan con la presión de demostrar su valía a través de su productividad, pero que finalmente descubren que el verdadero éxito no está en cuánto hacen, sino en cómo logran equilibrar sus aspiraciones personales y profesionales. El éxito debería sentirse como un reflejo de la vida que queremos construir, no como una lista interminable de tareas cumplidas. Esto implica aprender a decir "no" con confianza, crear rutinas que incluyan espacio para el descanso y reconectar con nosotras mismas. También significa ser compasivas con lo que somos y podemos dar.
No es fácil, especialmente en un mundo que constantemente nos empuja a hacer más y lograr más. Personalmente, esta ha sido una batalla constante en mi vida. Desde niña, fui la que siempre hacía "lo correcto". La buena estudiante, la hija ejemplar, la hermana que no daba problemas. Aprendí a buscar validación cumpliendo expectativas, alcanzando metas, marcando casillas. Mi identidad se construyó alrededor de eso: ser la que siempre estaba a la altura, la que no fallaba.
A pesar de ser una mujer adulta con varios logros en mi historial, esa necesidad de cumplir no se ha ido del todo. A veces aún me encuentro considerando mi valor personal en función de lo que logro, de cuánto puedo hacer por los demás, de qué tan impecable puedo ser en cada rol que ocupo. De hecho hace un tiempo, me di cuenta que estaba midiendo mi éxito por lo ocupada que estaba. Decía "sí" a todo: reuniones, proyectos, compromisos, y aunque lograba cumplir con todo, terminaba el día sintiéndome agotada y desconectada de lo que realmente importaba para mí. Recuerdo un momento clave en el que, después de tachar cada tarea en mi lista, me pregunté: ¿Esto me está acercando a la vida que quiero construir, o simplemente lo estoy haciendo por hacer?
A partir de ahí, comencé a replantear mi enfoque. Ha sido todo un reto romper con estos patrones, pero poco a poco he aprendido a decir "no" con confianza y a priorizar las actividades que realmente están alineadas con mis valores y objetivos. Por ejemplo, ahora me pregunto: ¿Por qué quiero ser productiva en esto? ¿Qué busco realmente? A veces es impacto, otras estabilidad, y en algunos casos, simplemente bienestar. Tener claridad sobre mis motivaciones me ha permitido usar mi tiempo y energía de manera más consciente y construir un éxito que se sienta auténtico y significativo para mí.
Rompiendo el patrón
¿De dónde viene esta necesidad constante de ser productivas? Tiene raíces profundas en nuestras religiones, culturas y modelos económicos. Impacta a hombres y mujeres, pero creo que en nuestro caso hay un dolor particular: históricamente hemos definido el rol de la mujer a partir de lo que puede aportar a los demás. Desde pequeñas, muchas de nosotras crecimos escuchando mensajes que nos enseñaban que nuestro valor depende de lo que logramos, no de quiénes somos. Nos inculcaron que ser valiosas está directamente relacionado con ser "útiles", con cumplir expectativas, con ganarnos de alguna manera el derecho de ser.
Cuando llegamos al mundo laboral, esta narrativa no desaparece, sino que se refuerza. Nos enfrentamos no solo al desafío de ocupar espacios históricamente liderados por hombres, sino también a la presión de demostrar que merecemos estar ahí. Esa necesidad de “probar" constantemente nuestro aporte se traduce en trabajar más, asumir más responsabilidades y sobrecargarnos, como si cada logro fuera un recordatorio de que pertenecemos. Yo cada día me pregunto más: ¿es este realmente el modelo de éxito que queremos construir? ¿O es momento de cuestionarlo y crear uno que refleje lo que somos y lo que realmente importa?
Por supuesto que aspirar a hacer las cosas con excelencia no es el problema - la trampa está en creer que ser productivas nos garantiza el éxito. Este mito es peligroso porque nos lleva a confundir actividad con propósito. No se trata de cuánto hacemos, sino de qué hacemos y por qué lo hacemos. Podemos llenar nuestros días con tareas que hacemos bien y, aun así, sentirnos vacías si esas tareas no están alineadas con nuestras prioridades y valores.
Mi invitación para este 2025 es esta: tomemos un momento para cuestionar las historias que nos han contado sobre el éxito, y redefinámoslo desde un lugar que realmente refleje quiénes somos y lo que queremos construir. Liberémonos de la presión de demostrar nuestro valor una y otra vez, porque nuestro impacto en el mundo va más allá de los resultados que alcancemos. Demos espacio a la productividad, pero no desde la idea de normalizar estar ocupadas, sino como una herramienta para avanzar con intención hacia una vida con propósito. El verdadero éxito no está en hacer más, sino en hacer lo que nos importa.
Espero que este año sea uno de grandes éxitos redefinidos para todas.
Un abrazo,
Steph
El tema de esta Travesía sale recurrentemente en nuestras conversaciones en Laboratoria+, y por eso hemos decidido que nuestro primer círculo de aprendizaje del año sea un espacio precisamente para redefinir nuestra productividad. Serán cuatro sesiones en vivo facilitadas por la gran Araceli Campos, en las que trabajaremos en construir una rutina alineada a la vida que queremos. Empieza el próximo 14 de enero en la membresía de Laboratoria+. ¡Las esperamos!
Demasiado importante tu reflexión, Steph. Gracias!
Muy buena reflexión Steph! Y gracias por la invitación que nos haces de reflexionar en este momento de inicio de un nuevo año acerca de por qué / para qué hacemos lo que hacemos.