Hace un poco más de un año decidí dejar mi país y emigrar a Portugal. Me preparé durante un año para cumplir con los requisitos y empezar a planear mi llegada. En mis conversaciones casuales en este tiempo, muchas personas me preguntaron por qué a mis 36 años decidía mudarme a empezar de cero en un nuevo país en vez de enfocarme en algo más aparentemente relevante a mi edad, como formar una familia (como si estuviera prohibido en Portugal formar familias). También me preguntaron por qué estaba cambiando la estabilidad y la comodidad que había construido solamente para "vivir la experiencia". Alguien incluso me dijo que eso se hacía a los 20 y no ahora, cuando había que cuidar el capital y enfocarse en la carrera profesional.
Escuchar todo esto no deja de sorprenderme. En primer lugar, porque es falso que existan edades para hacer lo que una decida hacer. En segundo, porque limitarse por una edad (soy y me siento joven) es realmente limitarse a vivir. En tercer lugar, porque no está escrita en ninguna parte una línea de tiempo con logros y objetivos que cumplir. Esto es solo un constructo social.
En nuestra sociedad, la edad se convierte en una enemiga imaginaria a medida que sumamos años. Tener una carrera en tus 20s, empezar tu gran trabajo antes de los 30, formar una familia antes de los 35, y en medio de todo esto alcanzar grandes logros profesionales, comprar una casa, tener un perro, sentirte y verte genial antes de los 40. ¿Entonces a qué hora vivo? ¿En qué momento le doy prioridad a mis sueños? Todos esos planes son válidos y parte de los sueños de muchas personas, pero no son los únicos ni tienen que ir en el orden esperado. Puedes lograrlos a cualquier edad, y no hay una edad límite para decidir cambiar de planes.
Empezar una nueva carrera a los 30, formar una familia a los 40, cambiar de trabajo a los 50, vivir la experiencia de mudarte de país a los 36…¿por qué no?
La edad se convierte en una enemiga imaginaria cuando dejamos que nos susurre las típicas frases como "estás muy joven para..." o "estás muy vieja para..." o "tus amigas ya tienen menos edad y mira lo que tienen...". Hemos crecido en una sociedad marcada por el llamado “edadismo” en donde las mujeres somos las más afectadas. Nuestra utilidad se mide por nuestra edad, haciéndonos correr una carrera casi imposible de lograr. Por muchos años somos muy jóvenes para ciertas cosas y de pronto, ya somos muy viejas para otras. Nos llenamos de objetivos a cumplir donde muchas veces se hace difícil distinguir si son genuinamente nuestras metas, o metas impuestas por una sociedad que no se ha detenido a mirar el valor del crecimiento personal y la riqueza que trae el poder desarrollar nuestro potencial independientemente de los años que tengamos.
Hay un sinfín de buenos ejemplos de personas logrando sus sueños a diferentes edades. Uno que me gusta es el de Sergio Chamy, jubilado chileno que a sus 87 años se convirtió en actor y el documental que protagonizó, El Agente Topo, fue nominado a un Oscar.
"Hoy, a mis 87 años, parto en mi primer viaje a representar a El agente topo en los Premios Oscar. Quiero representar a los que saben que en esta etapa podemos empezar de nuevo y que nunca es tarde para nada".
Cumplir mis metas ya no pasa por la edad. Mi línea se ve bastante menos recta que en la de la imagen anterior, y aún me faltan muchos objetivos por cumplir que seguramente iré reemplazando por otros que descubra en el camino y me llenen más. Estoy intentando que mi edad se transforme en mi amiga; una que me recuerde la oportunidad de estar viva para construir la vida que quiero y disfrutarla.
Les comparto tres perspectivas que me han sido valiosas en este camino.
Primero, dejar de comparar mi historia con la de otros, ya que cada una tiene sus propias motivaciones, experiencias y líneas de edad. La vida no es una carrera, pero incluso si lo fuera, sería con nosotras mismas.
Segundo, vivir el presente, que es realmente lo único que tenemos. Hoy es el momento para disfrutar de todo lo que tengo, independientemente de mi edad. Esta mirada también me ha ayudado a arriesgarme a hacer lo que siempre quise hacer y pospuse por diferentes motivos, como mi mudanza a Europa.
Finalmente, aprender a escuchar mi voz interior en lugar de las voces externas. Aunque siempre es bueno escuchar consejos, también es importante reconocer y darle espacio a nuestra propia intuición. Muchas veces es mejor hacer lo que el corazón nos dice.
En lugar de juzgar lo que podemos o debemos hacer según un calendario predeterminado, hagamos de la edad una amiga que nos recuerde nunca es tarde para perseguir lo que queremos y disfrutar de la vida.
Me encantó! Gracias por hacerme recordar que la juventud es cómo uno se siente, y nos puede acompañar siempre!
Hermoso Belén!! <3
Justo las palabras que necesitaba leer!