La carrera es con nosotras mismas
Y lo importante de aprender a no compararnos y reconocer nuestro propio camino
El próximo martes 13 de febrero tenemos un evento abierto y gratuito en Laboratoria+ sobre un tema fundamental para nuestro crecimiento en todos los sentidos: el cuidado de nuestra salud y bienestar. Nos acompañarán dos emprendedoras increíbles para conversar sobre cómo priorizar nuestro autocuidado. ¡Las esperamos!
Hace unos días, en una sesión de mentoría en Laboratoria+, mi mentee y yo llegamos a una conversación sobre ese sentimiento amargo que nos trae el compararnos con otros que al menos aparentemente, han tenido más “éxito” que nosotras. Ese grupo de amigos de la universidad donde hoy todos parecen tener títulos más altos que el tuyo, esos amigos de tu primer trabajo que hoy ganan el doble que tú, y hasta esa amiga del colegio que se volvió profesora de yoga y parece ser bastante más feliz que tú en tu hoja de excel.
Es tan fácil, casi sin darnos cuenta, caer en un terreno donde las comparaciones se empiezan a apoderar de nuestra vida. Y la verdad es que no sorprende. Tal vez hay un elemento innato en el ser humano de definirnos en contraste a los otros, pero sin duda nuestra sociedad moderna lo ha potenciado. Desde nuestros sistemas educativos muchas veces prima la competencia sobre la colaboración. Las empresas solemos vivir en la continua obsesión de compararnos con nuestros competidores. Y hoy las redes sociales nos tienen en un contraste diario con la vida (o al menos lo que vemos de ella) de los otros. Y así, es entendible que nos olvidemos que en realidad la carrera más importante es siempre con nosotras mismas (y además, puede también ser un paseo y no una carrera).
Está tan normalizada la comparación que en mi país incluso hay un conocido dicho que decora la parte trasera de miles de buses en la ciudad: “Tu Envidia Es Mi Progreso”. Se asume que si nos va bien, los otros nos envidiarán. Y si eso sucede, lo usaremos de energía para seguir adelante (hablemos de valores confundidos 🤦🏽♀️).
Cambiando nuestra mentalidad
La conversación con mi mentee me trasladó de manera inmediata al 2021. Fue año espectacular para el mundo de las startups. La inversión de capital de riesgo se disparó en América Latina, y todos los días llegaban a mi inbox las noticias de los millones de dólares levantados por las cientos de startups. Muchas de ellas startups en educación. Muchas de ellas parecidas a Laboratoria. Y mucha gente me escribía preguntándose por qué no habíamos logrado seguir el mismo camino.
Como emprendedora, recuerdo un par de semanas en las que me sentí derrotada. Es irónico porque las cosas iban bien, pero el inevitable contraste hacía que me quede con la sensación de no haberlo logrado. “Se nos pasó el tren”, pensaba, sin darme cuenta que en realidad, ese nunca fue nuestro tren (y hoy me alegro de no habernos subido).
Después de yo misma ser víctima de este sentimiento de decepción-por-comparación, me di cuenta de lo injusto que es hacia nosotras mismas. Al ver todo eso que no logramos o no tenemos en contraste a otros, nos sesgamos y frecuentemente nos olvidamos de reconocer todos nuestros logros y lo que sí hemos conseguido. Nos comparamos sin reconocer que cada camino, cada punto de partida y cada obstáculo enfrentado es distinto. Como bien dice la cita del autor Ray Cummings, “la comparación es la ladrona de la alegría”.
Personalmente empecé a poner un poco más de atención en por qué me sentía así y qué podía hacer para cambiar mi mentalidad. Como lo hice con mi mentee en aquella sesión de mentoría, hoy quiero compartirles algunas cosas que me ayudaron en el proceso.
Primero, entender que la envidia es un paquete completo, y estoy segura que casi ninguna de nosotras aquí quiere eso. Esto lo escuché en una entrevista a Naval, el famoso emprendedor de Silicon Valley, y me hizo mucho sentido. El explica que cuando “envidias” algo de alguien, tenemos que entender que para tenerlo tendríamos que cambiarnos enteramente por esa persona. El rol, los ingresos, la pareja o el aspecto físico es parte de un paquete completo. Me puede doler un poco el contraste con el amigo que logró ese camino profesional que yo aún no logro, ¿pero me cambiaría por el y todo lo que es? Probablemente no quiera eso. Por esta razón, envidiar pedazos de la vida de otros al final del día, no tiene sentido.
Segundo, en lugar de pensar en cómo nos comparamos con otros, pensemos en si estamos alcanzando nuestro potencial. ¿Estoy mejorando? ¿Estoy creciendo? Estas son las preguntas que hacen que nos enfoquemos en nuestro propio progreso, sin distraernos. Esta mirada además es la que nos permite celebrar el progreso de los demás. Alegrarnos de manera sincera porque los logros de otros no son amenazas para nosotras. Estamos en caminos distintos. Esto ha sido particularmente importante para mi, pues quiero ser una persona capaz de celebrar genuinamente las cosas bonitas que consiguen con su esfuerzo las personas en mi vida y más allá.
Tercero, recordar que la mejor manera de escapar este sentimiento de comparación y competencia es reconociendo y valorando nuestra autenticidad. Eso que somos es precisamente lo que nos hace especiales, distintas, únicas. Tenemos que aprender a sentirnos plenas con lo que somos para desde ahí, avanzar en nuestro crecimiento y liderazgo (de hecho en marzo dictaré un curso sobre esto porque considero que es de lo mejor que podemos hacer por nosotras mismas).
Finalmente, cuando me encuentro comparando mi camino con el de alguien más (porque a veces es inevitable), intento que mi mirada sea una de encontrar inspiración en esas otras historias. ¿Qué puedo aprender de ellas? ¿Cómo con su recorrido me pueden inspirar a atreverme a más?
Espero que la próxima vez que estén desanimadas por el contraste con alguien estos consejos las ayuden. Para mi han sido inmensamente valiosos.
Un abrazo y nos vemos pronto en Laboratoria+,
Mariana
Este post es muy lindo Mari!