El valor de un(a) mentor(a)
Y la mágica formula de tener personas que nos exigen mientras nos apoyan
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Hace unos años, en un programa interno sobre Liderazgo en Laboratoria hicimos un ejercicio de Angela Duckworth (la gurú que investiga cómo ayudar a los niños y niñas a desarrollar su resiliencia y otras habilidades críticas para alcanzar su potencial).
En la dinámica, Ángela nos invita a pensar en un mentor/a a quien no le hemos agradecido propiamente aún, y escribirles una carta compartiendo qué significaron en nuestro camino. Si tienen un papel o las notas de su celular cerca, las invito a tomarse 3 minutos y hacer el ejercicio.
Yo le escribí a Felix, mi primer jefe. Empecé a trabajar con él cuando tenía apenas 21 años. Sabía poco, por no decir nada, de los retos que teníamos por delante: levantar sumas millonarias de donantes y usarlas para ejecutar proyectos que ayudasen a instituciones de registro civil en América Latina a mejorar sus servicios, especialmente de cara a las poblaciones más vulnerables. A pesar de mi corta edad y mi falta de experiencia, Félix me dio tres cosas que marcaron mi vida profesional y por las que siempre le estaré agradecida.
Primero, me dio la oportunidad de intentarlo. Me involucró en los proyectos, me sentó en la mesa de los grandes directores y tomadores de decisiones, y me dio responsabilidades reales.
Segundo, me exigió esperando siempre lo mejor de mi. Me mandó por semanas a Guatemala, a Haití, a El Salvador, esperando que establezca relaciones valiosas y resuelva retos complejos. Me acuerdo haber pensado muchas veces que estaba absolutamente subcalificada para la tarea, pero si él confiaba en que podía, por algo sería.
Tercero, me apoyó a lo largo del camino. Sabía que podía contar con él. Que si me equivocaba, me lo diría pero también me ayudaría a resolver el problema. Si no sabía por dónde ir, siempre podía pedir su perspectiva. De alguna forma, me hacía sentir que jugábamos en equipo.
No sé si Félix lo hizo de manera consciente o no - me inclinaría a pensar que no porque creo que nadie lo ayudó formalmente a construir estas herramientas de liderazgo - pero logró ser lo que Duckworth llama un mentor autorizado (no es muy buena la traducción al español).
En su investigación, Duckworth analiza a los mentores en dos dimensiones: apoyo y exigencia. Si un mentor brinda apoyo pero no es exigente, lo categoriza como permisivo. Por otro lado, si es exigente pero no brinda apoyo, lo categoriza como autoritario. Los mentores que son exigentes pero a la vez brindan apoyo son los que considera autorizados. La gran mayoría de mentores que nos influyen de manera positiva caen en esta categoría.
Cruzarnos con personas que creen en nosotras y nos impulsan a llegar más lejos es un enorme privilegio de la vida. De hecho es algo que podemos encontrar no sólo en la vida profesional, sino también en otro tipo de figuras - mamás, papás, profesores, coaches, amigas, abuelas, y por suerte la lista es larga. Y más seguido de lo que pensamos, estas personas no saben con certeza todo lo que significaron para nosotras.
Las invito a aprovechar este post para agradecerles <3. De paso se ganan con todas las buenas cosas que nos trae ser agradecidas :)
También me quedé pensando, conforme nosotras mismas crecemos en nuestras carreras, ¿cómo podemos ser más de esto para otras personas? Es una tarea de largo aliento y retadora de lograr de manera consistente. A veces nos frustramos y sobre exigimos a los demás. Otras, no logramos superar la incomodidad de dar el feedback asertivo y terminamos haciendo nosotras el trabajo sin darle la oportunidad a alguien más de crecer. Cualquiera que lo ha intentado sabe que no es fácil, pero comprender mejor los comportamientos que implica ser una buena mentora e intentar ejercerlos de manera más consciente con nuestros equipos, colegas y hasta hijos es un buen primer paso 💪.
Un abrazo,
Mariana
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¡Qué gran gusto querida Mariana!,
Al mirar atrás (hace un ratito 😊) te conocí muy jovencita, y muy pilas, vi en ti ese GRAN interés de hacer algo por las personas. Me acuerdo cuando te solicitaba que viajes a sitios con muchas necesidades económicas, sociales, con mucho abandono; y es que allí lamentablemente se encuentran la mayoría de personas sin un registro de nacimiento, y sin dicho registro se vuelve dificultoso/imposible poderles brindar salud, educación, etc., porque no se sabe quiénes son, cuántos son, por eso el penoso título de "invisibles". Eras de la que le brillaba los ojos por ir a dichos lugares con muchísimas necesidades. Nunca iniciabas preguntando donde te hospedarías, que comerías; preguntabas que tenías que hacer, cómo podías hacerlo; preguntabas entonces, de forma directa o indirecta, que beneficios podías llevarles; y ese es el verdadero trabajo, la vocación de servir, eso es lo que vi en ti.
Pasaron los años, y luego te vi con más retos, inclusive teniendo excelentes oportunidades de crecer en tu carrera en Washington, tú querías más, mejor dicho, tú querías más para las personas. Recuerdo cuando recién iniciabas con Laboratoria, vi que habías expandido tu vocación de servir, creciste mucho más, súper optimista pero siempre pisando tierra. Tenías esa aptitud y sobre todo actitud de forjar 3 palabras, no sé si mágicas, pero de seguro inmensas: mujeres, oportunidades y, tecnologías; uniste esas 3 palabras y logras como resultado: esperanza (influir en ellas para que se atrevan, aprendan y crezcan, y hagan crecer); desarrollo (creas capacidades para enfrentar y mejorar el mundo real; orgullo (abres espacios para que se muestren así mismas por lo que son y por lo que hacen).
De hecho, seguirás con más. Ahora esposa, madre, y nada te priva de creer y hacer; es más, estoy seguro que todo ello hace que pises más el acelerador y hagas subir a más miles de personas a ese vehículo de esperanza que has aprendido a conducir por tus propios méritos. Tu pasión y vocación por ver mejor a otras personas es la fuente de lo que haces.
Gracias Mariana, aprendí mucho de ti, se fortaleció mi fe en soñar y hacer.
Un abrazo, y sigue así querida Mariana
p.d.: A mi familia se les “hinchó el pecho” al ver tu Post. Gracias a los PUICAs, Herman, nuestras familias y todos los que creyeron en lo que hacíamos.
Buen dia. Me gustaria saber como se llama el libro al que haces referencia. muchas gracias!