El poder de la reflexión
Y el recuerdo que la carrera más importante sigue siendo con nosotras mismas.
Tom Brady es el mejor jugador de futbol americano de todos los tiempos. Ganador de 7 superbowls y titular de todos los récords habidos y por haber del deporte, pocos cuestionan su estatus como el mejor de todos los tiempos. Tuve la oportunidad de escucharlo esta semana en un evento y conocer un poco más de su historia, y me sorprendió positivamente la forma en la que habló de su éxito.
En la era de las redes sociales, el éxito puede parecer un concepto algo disonante. Las celebridades y e influencers a veces aparentan tener un éxito casi divino. La visibilidad que tenemos de sus vidas, o por lo menos las vidas que photoshopean antes de compartir, nos da la impresión de que su éxito fue casi predeterminado. Son personas sin pasado, sin errores, sin arrepentimientos. La facilidad con la que existen nos seduce en forma de likes y nos lleva a creer que nacieron siendo así. Pero nada podría ser más lejano de la realidad.
Aquellas personas que realmente lograron hazañas increíbles, con o sin cuentas de Instagram, dedicaron incontables horas perfeccionando su arte. Tom Brady no atribuye a su éxito a un talento sobrenatural, ni a condiciones ideales. Por supuesto que muchos factores externos a él jugaron un rol importantísimo en darle la oportunidad de ser un gran atleta, empezando por el hecho de que es un hombre blanco nacido en uno de los estados más ricos de uno de los países más ricos. Sin embargo, compartió en su ponencia que su éxito se debe en gran medida a una obsesión incansable hacia la mejora continua.
Nos contó que en várias etapas de su carrera como atleta, no era ni el segundo, ni el sexto, ni el décimo mejor jugador. Ante el escenario de no ser ni el más talentoso, ni el que más chances tenía de poder demostrar sus ganas y habilidades, decidió que tenía que ser el que más se dedicaba a mejorar. Fue a través de la práctica constante, y una persistencia en ser mejor que él mismo todos los días, que superó los obstáculos y empezó a cultivar el éxito.
Me puse a pensar en aquello que nos permite superarnos a nosotras mismas. Hay un filósofo y psicólogo, John Dewey, que dice que uno no aprende de las experiencias, sino reflexionando sobre las experiencias. Según Dewey, el aprendizaje implica un ciclo continuo de experiencia, reflexión y acción, en el que cada paso informa al siguiente. Sólo al reflexionar sobre nuestras experiencias es que adquirimos nuevos conocimientos y perspectivas que pueden ayudarnos a navegar mejor los desafíos y oportunidades en el futuro. De esa manera podemos abordar las dificultades como oportunidades de crecimiento y aprendizaje, y no como amenazas a nuestra autoestima o inteligencia.
Querer mejorar en cualquier cosa por definición nos confronta a la realidad de que por lo menos hoy, en este momento, no somos lo suficientemente buenas. Y en la era de la gratificación instantanea (piensen tiktok), muchas caemos en la trampa de simplemente desviar nuestra energia y nuestra atención a algo distinto. Es más cómodo. Se siente mejor. Pero es en la reflexión de nuestras experiencias, tanto de los éxitos como de los fracasos, que identificamos áreas de mejora, podemos refinar nuestras habilidades, tomar decisiones más informadas y mejorar continuamente nuestro desempeño. Es en la disciplina de intentar una y otra vez, entendiendo los cambios necesarios para que finalmente nos resulte, que podemos realmente aprender, desarrollarnos y crecer.
Personalmente, siempre me ha parecido extremadamente desafiante encontrar el tiempo y espacio para la reflexión. ¿En qué momento me detengo a pensar? Vivimos en un mundo acelerado, obsesionado con “hacer”. Pocas veces sacamos la cabeza del agua para respirar y simplemente pensar. Pero cultivar ese hábito incluso en un mundo que no pareciera valorarlo, se vuelve clave para nuestro autoconocimiento. Con el tiempo he aprendido a priorizar esta práctica, poniéndole intención a algunos elementos que aquí les comparto para incorporar la reflexión como parte de mi vida.
Tratar de hacer de la reflexión un hábito diario. Unos descansan los ojos acostados o escuchan música. Algunos meditan. Otros corren. Otros escriben. Yo canto en la ducha y pienso. Pueden ser horas o segundos. No tiene que ser estructurado pero dedicar algo de tiempo para reflexionar sobre el día, la vida, una conversación, tu camino, y accionar en ese aprendizaje con intención, es de lo más valioso.
Involucrar a los demás en mi autoconocimiento. El feedback de los demás es de las fuentes de información más ricas que hay. Cuando preguntamos a los demás, personas de confianza de nuestro entorno, qué consideran que hacemos muy bien y cómo consideran que podríamos mejorar, suelen salir perspectivas muy poderosas. Nos da una mirada externa de nuestro mundo sin los sesgos que traemos sobre nosotras mismas.
Abrazar la incomodidad. No siempre nos va a gustar lo que escuchamos de los demás, o lo que descubrimos cuando reflexionamos sobre nosotras mismas. Pero al abrirnos a la incomodidad de este proceso es indispensable para crecer.
Descansar. Está bien no siempre producir. Prender el piloto automático y simplemente hacer y hacer y hacer no nos da tiempo de explorar esos pensamientos que nos van a llevar a trabajar no solo más sino mejor. Duerman, hagan nada, tómense una pausa. En el aburrimiento, la soledad y el silencio son fundamentales para explorar aquellos lugares normalmente escondidos detrás de todo el ruido.
Preguntarse en qué soy realmente buena y ejercer la gratitud. Hay sabiduría en simplemente aceptar ciertas cosas como son. Tenemos más chances de ser exitosos dedicando tiempo y esfuerzo en perfeccionar aquello en que somos mínimamente buenos. Eso, junto con agradecer por lo que tenemos, somos y vivimos, nos ayuda a aceptar el punto de partida y enfocar nuestra energía en lo que está por venir. Desde la humildad podemos motivarnos a seguir adelante porque siempre va haber un punto más allá al que podemos llegar.
Creo profundamente que mejorar y crecer no es un camino lineal. Es una práctica constante de caminos con muchas curvas, subidas y bajadas. La reflexión puede ser de las mejores compañeras en este camino. Las invito a abrazarla.
Gabi
Me encantó Gabi! <3
Me encantó!!! Todos nos venden el resultado, pocos cuentan el largo camino