La Travesía de hoy la escribe Ximena De Cordova, member en Laboratoria+
A lo largo de toda mi vida he sentido una atracción constante por actividades y disciplinas artísticas de todo tipo, pero nunca me atreví a tomar alguna con seriedad. Incluso, muchas veces decidí ignorar esa curiosidad para dar prioridad a lo que consideraba más importante o productivo, como los estudios, el trabajo, las responsabilidades familiares y tantas otras cosas que demandan tiempo y atención. Sin embargo, esa atracción artística nunca cesó, más bien se me fue clavando como una espinita que dolía al pensar en mi desarrollo integral, porque sin darme cuenta, estaba dejando de lado una parte importante de mi.
Con el tiempo, he aprendido que escuchar esa curiosidad, esa inquietud artística que llevamos dentro, es una forma de liberar nuestro lado creativo, ese que tantas veces despriorizamos en el día a día. Darnos un espacio para explorar actividades como la fotografía, el diseño de interiores, el dibujo, la escritura creativa o la escultura nos conecta con nuestra esencia creativa, recordándonos que es parte esencial de quienes somos. Probar distintas formas de expresión me ha enseñado a valorar esa conexión con mi creatividad. Desde el dibujo, que marcó mi infancia, hasta el teatro, que fue una experiencia breve, pero significativa en mi adolescencia, cada una de estas actividades me ha aportado algo único. La escritura creativa, por ejemplo, sigue estando presente en mi vida y la pintura, que he practicado durante los últimos cinco o seis años, me ha permitido mantener activa esa esencia artística, incluso a pesar de algunas interrupciones. Estas experiencias me han dado momentos de aprendizaje, alegría, valor, confianza en mí misma y, sobre todo, un espacio para reconectar conmigo misma.
En el libro The Creative Act: A Way of Being, el autor, Rick Rubin, sostiene que la creatividad es un aspecto fundamental del ser humano. Rubin considera la creatividad como nuestro derecho y dice que todos nos sumamos al acto creativo como parte de nuestra vida diaria, pues para él crear es tan simple como dar existencia a lo que antes no estaba, ya sea a través de una obra artística, si, pero también a través de una frase o un sentimiento. The Creative Act es un libro fascinante y sumamente inspirador para quienes nos encontramos, o nos queremos encontrar, en los laberintos del acto creativo. Al inicio del libro hay una cita hermosa del pintor estadounidense Robert Henri: “El objetivo no es hacer arte, sino estar en el maravilloso estado que hace que el arte sea inevitable”.
Y eso me regresa al por qué de compartir esta travesía. Darnos tiempo para responder a ese llamado creativo es un paso de valentía que nos permite conocernos con mayor profundidad y así, relacionarnos de manera consciente con todo lo que nos rodea, tanto en lo personal, como en lo profesional. Yo hoy, por ejemplo, me encuentro buscando retomar una profesión que puse en pausa hace unos años en un nuevo país. No tengo experiencia aquí ni una red profesional consolidada. Conforme enfrento este reto, liberar mi lado artístico me ha dado la base para entenderme mejor y actuar con mayor seguridad en este nuevo entorno, sin temor a no tener una “obra maestra” que presumir en la carrera profesional que quiero retomar.
Buscando entender por qué nunca antes viví tan abiertamente mi lado artístico, me doy cuenta que a pesar de que llevo varios años pintando, no me considero particularmente talentosa y pocas de mis obras me han hecho sentir orgullosa de mi trabajo. He tenido que enfrentarme a la frustración y si soy sincera, he llegado a evitar hablar de mi dedicación a la pintura con tal de no exponerme a que alguien pida mostrarle mi obra. Pero en vez de desistir, hoy soy más consciente que nunca de la paz que me da estar sentada frente al lienzo y jugar con los colores a través de cada pincelada. Para conectar con nuestra creatividad, el reto está en dar el primer paso y hacerlo sin mayor expectativa que el simple hecho de disfrutar el momento. Lo difícil es dejar de lado la cuestión de tener o no tener talento y ponernos a prueba sin calificar el resultado físico para así, apreciar la conexión con nosotras mismas y nuestra creatividad.
Pensando en los momentos buenos y los momentos no tan buenos en esta experimentación con distintas disciplinas creativas, les comparto algunos consejos que me han animado a empezar y, sobre todo, a continuar este camino:
1. Haz tiempo y sé constante.
Aunque suena fácil, de pronto puede sentirse extraño dar espacio en la agenda a una actividad que no sabemos a dónde nos va a llevar, pero el destino es justo ese: darnos oportunidad de crear y en un plano más profundo, aprender a escucharnos y no ignorar que la creatividad nos llama. Hacer un espacio semanal para desarrollar esta faceta tan personal garantiza que respetemos el horario asignado, que lo tomemos en serio y que haya continuidad.
Para pintar empecé tomando sesiones de tres horas seguidas un solo día a la semana. Poco a poco fui probando cambios en el día y el horario y de pronto, entendí que me sentía más cómoda pintando menos horas seguidas pero dos o tres veces por semana.
2. Busca una guía.
Aunque la creatividad es un proceso personal, empezar una nueva disciplina puede ser intimidante. Siempre hay cuestiones técnicas que debemos tener en cuenta y también es importante que alguien con experiencia nos facilite la selección de los materiales que necesitamos para empezar. Además, debemos evitar distractores cotidianos y al tener un maestro o guía, nos obligamos a priorizar la atención que le ponemos. Tomar clases o ser parte de talleres de esa disciplina que nos atrae, servirá para sentirnos parte de una comunidad a la que evidentemente nos gustaría pertenecer.
3. No es cuestión de talento.
Es como decía antes, la expectativa de incursionar en una actividad artística debe ser disfrutar el proceso. Empezar exigiéndonos hacer una obra de la calidad de nuestro artista favorito puede generar frustración y desconfianza, así como desmotivarnos hasta el punto de abandonar lo que con tanta ilusión acabamos de empezar. Todas las disciplinas creativas tienen diversas corrientes y técnicas entre las que podemos tratar de encontrar la que nos acomode mejor. Así que si un par de meses después de empezar una disciplina con seriedad, constancia y guía, no estamos contentas con el resultado, les aconsejo probar con otra técnica antes de decidir que hemos fracasado en el intento, porque insisto, todo es parte del proceso que libera nuestra creatividad.
Espero que este texto te inspire a escuchar esa inquietud artística, a responder a ella y con eso, darte la oportunidad de desatar tu lado creativo. Todas lo tenemos.
Un abrazo,
Ximena
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