Cinco recomendaciones para sobrevivir como manager
Y las lecciones de mi año más desafiante liderando un equipo
La travesía de hoy la escribe nuestra querida Nadia Michelle, Head of Learning en nuestro equipo en Laboratoria+
Siempre creí que liderar era una habilidad innata en mí. Desde pequeña, me aseguraba de que todos mis compañeros estuvieran alineados para el baile, la escolta, la clase. Me resultaba natural que la gente buscara mi guía y crecí adoptando ese rol. Cuando comencé mi carrera profesional, esta habilidad me permitió aprovechar mi influencia para adoptar nuevos retos y roles con confianza. Sin embargo, la vida tiene una manera de ponernos a prueba cuando menos lo esperamos. Las oportunidades para crecer a menudo vienen disfrazadas de desafíos incómodos que nos obligan a buscar las respuestas dentro de nosotras mismas.
Retrocedamos al 2021. En ese momento me encontraba liderando tres equipos bien estructurados en un bootcamp de tecnología. Mis equipos estaban entregando grandes resultados, creía que teníamos una excelente comunicación y disfrutaba que mi equipo se destacara en la empresa. Ese diciembre, me nominaron como “rookie del año” a nivel global. Días después mi manager, quien había sido un pilar fundamental para todos, nos anunció con dolor que renunciaba a la empresa debido al burnout.
Lo que siguió fue un año retador, que me obligó a evolucionar y ahora narro como una de mis mayores experiencias de aprendizaje. Sin embargo, en ese momento lo que sentía era que me ahogaba; no solo yo, sino mi equipo y mi empresa. Tuve que aprender a nadar para sobrevivir, y con el tiempo veo cómo estos desafíos me forzaron a crecer y a convertirme en una líder más sólida y adaptable.
En mi rol actual en Laboratoria+ me paso los días hablando de liderazgo, pero no siempre desde mi experiencia. Hoy me animo a escribir este post para compartir con nuestra comunidad las cinco lecciones que me salvaron durante ese periodo, esperando que puedan encontrar en ellas apoyo y reflejo en sus propios caminos.
1. Pide ayuda
Comencé el año al frente de un equipo de 20 personas, cada una con expectativas diferentes sobre nuestra relación y mi rol. Las estructuras de flujo de trabajo y comunicación que tanto me enorgullecían se volvieron insostenibles y a las pocas semanas comencé a recibir mensajes que comenzaban con “perdón, ya sé que estás ocupada pero”…
Me sentía exprimida y responsable de ser la persona que cada integrante de mi equipo necesitaba. Pasaba el tiempo desarrollando documentos y procesos que al final solo eran útiles para algunos. Mi calendario estaba lleno de reuniones 1:1 en las que intentaba dirigir (en vez de escuchar) a cada integrante de mi equipo. Afortunadamente, mi confianza en nuestro líder regional (el manager de mi ex manager) me permitió vulnerarme con él y contarle mi situación. Me presentó una idea que me pareció revolucionaria en ese momento: no necesitas ofrecerle lo mismo a cada integrante del equipo. Algunos te necesitan como mentora, otros como coach, y otros más simplemente como colega.
Entender que no necesitaba destinar el mismo tiempo, actividades de seguimiento o guía a cada una de las 20 personas, me permitió desbloquear tiempo para enfocarme en nuestro objetivo y construir relaciones de mayor calidad con cada integrante de mi equipo según lo que cada uno necesitaba.
2. Identifica el norte y enfócate en él
Una de las primeras revelaciones que tuve fue que mi ex-manager había actuado como muro de contención acerca de una serie de retos por los que estaba pasando la empresa. Si bien me sentí agradecida por su postura para no esparcir el caos, también significaba que estaba ante un problema mucho más complejo del que había anticipado. Delegué todo lo que pude para mantenernos operacionales y antes de tomar cualquier decisión me dediqué por casi un mes a analizar a mi propia empresa como si fuera una consultora externa. Identificando causas, estudiando nuestro ecosistema y finalmente, analizando distintas propuestas de acción. Una vez que las discutí con nuestro líder regional y mis pares, desarrollé un plan de acción para ese objetivo específico, manteniendo claras mis prioridades en el día a día, con una visión de cada una de la sucesión de batallas a librar. Esto me dio la tranquilidad para aceptar que había situaciones y procesos que no eran perfectos, pero tampoco prioritarios. Nuestro foco estaba en lo que en Laboratoria+ llamamos “las grandes rocas”.
3. Cultiva la confianza en tu equipo
Cuando trabajas con un equipo remoto de 20 personas, es más o menos probable que no se conozcan muy bien entre sí. ¿Cuál es el problema? Es difícil confiar en alguien a quien no conoces. Lo que yo tenía no era un equipo sino 20 personas que me conocían a mí, y solo interactuaban con 2 o 3 de sus colegas. El desconocimiento del resto los llevaba a la desconfianza, a la no comunicación. La colaboración era nula y yo era el único pegamento. Todos esperaban que estuviera presente para resolver, y se volvía retador mantenerme informada de los detalles de cada proceso y la perspectiva de su implicación para el resto del equipo. La angustia por sostener todas las pelotas era constante.
Decidí instaurar una reunión quincenal para saludarnos, asegurarnos de que compartíamos prioridades y también para compartir un poco sobre nosotros. Empujé con fuerza que la comunicación no fuera a través mío por canales cerrados, sino a través de canales públicos donde cualquier integrante del equipo podía enterarse de lo que estábamos construyendo. Al cabo de un tiempo comenzamos a tener espacios de “cool down” donde nos reuníamos a platicar sobre películas, libros, series o deporte, para conocernos y desarrollar ese sentido de equipo. Naturalmente, dejé de ser la única con los ojos en el balón, y mantener las pelotas en el aire se volvió mucho más sencillo.
4. Encuentra aliados.
De ninguna manera hubiera sobrevivido esta época sin el apoyo laboral y emocional de mis compañeros a cargo de otras áreas. Compartir los dolores y retos, celebrar nuestros pequeños triunfos y mantenernos abiertos y verdaderos fue sin duda lo que nos permitió seguir a flote. Compartíamos la misma experiencia de haber perdido a nuestra manager por protegernos, por su silencio, por su sonrisa inquebrantable. Era una consecuencia lógica que nos empujáramos a no permitirnos callar nuestras preocupaciones. Con mis compañeros impulsé iniciativas más allá de mi área (alineados por ese norte claro que habíamos definido) y nos atrevimos a intentar cosas fuera de lo esperado. Aprendimos a experimentar, a cambiar y a luchar juntos.
5. Mentorea a tu sucesora
Observa a tu alrededor. ¿Ves esa persona que va comenzando su carrera profesional que parece una esponja? Cultívala. Invierte tu tiempo en capacitarla. No a nivel técnico - te aseguro que tendrá la proactividad para acercarse a los conocimientos que necesite. Más bien enséñale a ser una high performer. Ayúdala a desarrollar sus skills de liderazgo, influencia y comunicación. Delégale procesos bien documentados y dale la oportunidad de probarse, de resolver por sí misma. Mantente al margen, que te sepa cerca para ayudarla pero solo cuando ella te lo pida. Al poco tiempo te darás cuenta de que el resto del equipo empieza a reconocerla como una figura de confianza, un faro, una boya. Mentoréala, escucha sus retos, interésate en su plan de desarrollo, direcciónala. Con tiempo y confianza comenzará a cuestionar, a traer insights, a aportar un valor que no habías previsto para el equipo. Y cuando llegue tu momento de salir, sabrás que el equipo queda en las mejores manos. Yo le agradezco a Isaac, por atreverse a confiar en mí y permitirme verlo crecer.
Afortunadamente, y quizá como consecuencia de experiencias como esta, ahora soy parte de Laboratoria+, una comunidad donde buscamos apoyar a todas las mujeres que están creciendo en su liderazgo. ¿Nuestro objetivo? Que sepan que no están solas, que se sepan acompañadas por las que hemos librado las mismas batallas, y ante todo, que sepan que existe un espacio donde atreverse a crecer, juntas.
¿Te has enfrentado a retos como manager? ¿Qué estrategias te han ayudado a superarlos? Para hacerles frente y salir más fuertes del otro lado, te esperamos la próxima semana en nuestro curso Retos en el Liderazgo.
Un abrazo,
Nadia